miércoles, 24 de octubre de 2012

Un pasado inolvidable


El día 1 de Julio d 1934 nació Carmen García Pascual en  Loja, Granada.
Tras sus 78 años de edad, Doña Carmen recuerda su infancia y su vida escolar como si fuese ayer.
Ella fue una niña privilegiada por ir al colegio. Su padre era obrero fijo y capataz de la eléctrica. En su casa, tenían una niñera que cuidaba de su hermana pequeña.
A los 6 años ella comenzó a ir a la escuela. Se trataba de un colegio privado donde daba clases su tía que era monja, ya que dicho colegio era de las religiosas dominicas, cuyo nombre no recuerda muy bien. Estuvo en este colegio hasta los 9 años. Recuerda que en ese colegio estaban las niñitas más pijas que había en el pueblo, cosa que a ella no le gustaba porque hablaban con demasiada superioridad. También recuerda que se metía en la cocina del colegio y su tía le llenaba el bolsillo de pasas y luego ella las compartía con las amigas.
 Este colegio era un convento de monjas precioso con clases grandes y amplias. Pero a los 9 años, a su tía la destinaron a América y ella ya no quería estar más en ese colegio, con lo cual se trasladaron a Vélez Málaga, Málaga a un colegio público. Iba al colegio andando ya que estaba a unos 30 o 40 metros de su casa, y antiguamente había muy pocos coches y la gente andaba muchísimo, aunque ella tenía la suerte de poder ir algunos días en coche.
Tanto en el colegio privado como en el público las clases eran solo de niñas. En el público, las niñas que iban más adelantados estudiando iban pasando a los pupitres de adelante, mientras que las que iban peor, iban hacia atrás. Los pupitres eran de dos en dos, y cuando alguna lo manchaba, se tenía que quedar después de clase a limpiarlo con lija como castigo.






 En la clase había niñas de diferentes edades, aunque había clases con niñas más pequeñas, pero a partir de una cierta edad, se juntaban todos. Había unas 18 o 20 alumnas por clase.
 Con respecto al método de enseñanza que se utilizaba, cabe destacar que solo tenían una enciclopedia donde venían todas las asignaturas recogidas.
 Su profesora que vivía en el mismo colegio, como casi todos los maestros, les daba la lección de una forma muy peculiar y muy natural. Por ejemplo, si le tocaba explicar la función digestiva, la profesora se traía a clase alimentos y todas los comían mientras ella iba explicando la función y por donde iban pasando dichos alimentos.
 Todos los días daban un poco de cada una de las asignaturas; una hora daban problemas, otra hacían dictados, y también se dedicaban a leer en voz alta delante de toda la clase para acostumbrarse a leer en público. Su asignatura favorita era matemáticas por las cuentas y también los dictados, en los cuales se tenían mucho en cuenta las faltas de ortografía. Eso lo hacían por las mañanas, pero por las tardes tenían que ir a hacer labores como bordar, punto.







Con lo cual el colegio era por la mañana y por la tarde. De 9 a 12.30 o 1, y después se entraba a las 3. Es curioso este horario ya que los jueves por la tarde no tenían clases, y los sábados en cambio, tenían que ir todo el dia entero. Todas las tardes iba una niña distinta a la casa de la profesora a ver como encendía el fuego, para que en un futuro la niña aprendiese a hacerlo.
Los materiales que utilizaban era una libreta, un lápiz, goma y en el pupitre había un clarito para poner un bote de tinta para escribir con pluma y cuando ésta se derramaba, tenían que escribir repetidas veces: no tiraré la tinta. Tenían un babero blanco, y cuando este babero se manchaba y llegaba a la casa con él manchado, la madre le regañaba.
Solo tenía una profesora tanto en el colegio privado, que recuerda a Doña Juana y en el colegio público, Doña Leonor. Las recuerda con especial cariño y tiene muy buenos recuerdos sobre las dos. 
Según Doña Carmen, había ganas de estudiar pero no tantas como ahora, ya que había padres que no se preocupaban si sus hijos no fuesen al colegio y preferían trabajar. Según ella, eso no ha cambiado, es como ahora. Siempre ha habido niños con ganas de estudiar y no han podido y en cambio otros que si han podido y no han querido.
En su colegio no había actividades extraescolares ni comedor.
Con respecto a la influencia política y religiosa, los lunes por la mañana la profesora les preguntaba al azar si habían ido a misa el domingo y para que las niñas no la engañasen, les preguntaba como llevaba el cura la sotana, o el nombre del monaguillo que hubo, con lo cual la influencia religiosa era fuerte. Nada más entrar a clase tenían que rezar, y si entraba en clase alguna otra persona que no era la profesora tenían que ponerse en pie hasta que la profesora le dijesen que se podían sentar. Con lo cual, había mucho respeto. De política no entendían nada, con lo cual no había ningún tipo de influencia.
La disciplina era muy dura, ya que impartían castigos. Ella recuerda que ponían la mano para que le dieran palmetazos a los más torpes, pero ella no recibió ningún castigo similar. Sólo la castigaban porque terminaba antes los ejercicios  y se ponía a charlar y distraer a sus compañeras. Pero el castigo que recibía era ponerse de pie contra  la pared.
El profesor en aquel entonces no tenía ninguna relación con los padres de los niños. En cambio los niños tenían relación con los profesores, y ella recuerda que su  profesora les preguntaba que querían seguir haciendo en un futuro y podían exponer sus opiniones.
Lo que Doña Carmen recuerda con alegría son las excursiones que realizaban. Cuando iban de excursión le daban un pedazo de pan y chocolate.  Había que ir de la mano de dos en dos. La llevaban a sitios un poco lejos, pero siempre iban andando a todos ellos. Recuerda su viaje a la Fortaleza, en Vélez Málaga, con buenos recuerdos.






















Estuvo en el colegio hasta los 12 años, es decir, estuvo siete años dentro de la vida escolar. Pero al terminar el colegio, su padre estaba empeñado en  que siguiese estudiando y estuvo recibiendo clases de un profesor que acababa de salir de la cárcel. El motivo por el que este señor había estado en la cárcel era por ser revolucionario, y en aquella época no podía haber revolucionarios. El maestro solo quería que los niños hablasen de libros y no de Dios. Este señor iba impartiendo clases por todos los campos y cobraba a la semana.
Pero a los 17 años de edad, su padre falleció y entonces cambió su vida. Le quitaron todo lo que poseían, con lo cual su madre y ella se tuvieron que ir a trabajar al campo y no pudo continuar sus estudios para poder ir a la Universidad.
A Doña Carmen no le sirvieron los estudios a nivel profesional ya que se dedicó a la costura profesionalmente, pero si que le sirvió para satisfacción personal de su vida, ya que le ha gustado mucho aprender desde siempre. Y hoy día, continua haciendo cosas en el centro de mayores.


                                                                                         Lucía Díaz Cuenca
                                                                                         1ºD Educación Primaria


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