jueves, 15 de marzo de 2012

Experiencia escolar en la década de 1930-1940

       El entrevistado, Andrés, es un señor nacido en 1928, de modo que actualmente tiene 84 años. Antes de comenzar con la entrevista hay algunos datos que hay que aclarar, ya que Andrés nació en Coín, un pueblo de Málaga, de unos 7000 habitantes aproximadamente y cuando contaba con 7 años su familia se mudó a Ardales una localidad de entre unos 2000 y 3000 habitantes. Por ello se dan unas diferencias considerables en su experiencia educativa, ya que en su pueblo de origen había tres colegios mientras que en el pueblo al que se trasladó, la escuela era la propia casa del maestro.

           Durante toda su infancia ha vivio en un entorno rural, donde el principal sustento económico era la agricultura, pero este no era el caso de su familia, su padre trabajaba para la oficina de correos, por lo que no necesitaba que Andrés le ayudara en su trabajo, esto le posibilitó finalizar la enseñanza primaria. Él recuerda que algunos amigos suyos no podían ir a la escuela porque sus padres tenían terrenos y ellos debían contribuir trabajando en el campo.


           Andrés estudió en dos colegios distintos y ambos pueden considerarse colegios rurales. En el primer colegio la escolaridad era segregada; había uno para niñas y otro para niños, no solo estaban separados por clases si no que estaban en edificios independientes.
Durante la primera etapa e su escolarización, el colegio había sido construido por el estado específicamente para ser una escuela, y además había otro colegio en el pueblo, también para niños, y uno privado que lo administraba una orden religiosa femenina, este último solo admitía niñas. Pero durante el segundo periodo, en una localidad más pequeña, no había ningún edificio destinado a ser escuela, de modo que las clases se impartían en la casa del maestro, en el caso de los niños, y en la casa de la maestra en el de las niñas.

          


Con respecto al mobiliario del que disponían se limitaba a una pizarra, una pizarra pequeña que supuestamente debía haber una para cada alumno, pero no era así. 
También había ocho pupitres de dos, en los que se sentaban lo alumnos más aventajados. Estos pupitres tenían en cada esquina un tintero de acero. Mientras que el resto de los alumnos se sentaba en una banca larga que había al fondo de la habitación, en donde ni siquiera podían apoyarse para escribir. También había un mapa, la mesa del maestro y dos o tres libros.

          El edificio era viejo y cuando llovía el agua calaba dentro de la clase y tenían que tener varios cubos distribuidos por la clase para recoger las goteras. Las paredes estaban llenas de desconches, era muy frio y poco acogedor, el suelo era de piedra y tierra.

          Según Anrés, no había ningún medio de evaluación de los conocimientos adquiridos "el maestro enseñaba las cosas, tu te tenías que preocupar de aprenderlo, pero a él le daba igual que aprendieras o no", me respondió cuando le pregunte si hacía exámenes o deberes. Al final me dijo que de vez en cuando el maestro los sacaba a la pizarra a preguntarles, cuando lo hacía si fallaban les pegaba y si acertaban los dejaba volver a su sitio sin más, pero al que no lo sabía no se lo volvía a explicar. El maestro para castigar a sus alumnos les golpeaba con una vara o con lo que encontrase a mano. 
No solía recompensar a sus alumnos, pero a veces hacía una competición en la que ponía una batería de sumas y restas, multiplicaciones y divisiones, y al primero que la terminaba le regalaba algo como una libreta o algún libro.
Para todas las asignaturas los niños disponían de una enciclopedia en la que se recogía toda la información que estudiaban. Esta enciclopedia junto con el mapa era el poco material didáctico del que disponían.

            La escuela no estaba graduada, todos los alumnos estaban en una única habitación y se les iba enseñado según lo que se supone que a su edad deben aprender, aunque no sepan lo del año anterior, esto significa que había alumnos que salían de la escuela con 12 año, habiendo estado en clase 7 u 8 años y no sabían ni tan siquiera leer.

Con respecto al horario era partido, es decir, había clase por la mañana y por la tarde. Durante la mañana los chicos asistían a clase de nueve a doce, y luego por la tarde volvían de tres a cinco. Las asignaturas que se estudiaba en la escuela eran cálculo, geografía, ortografía, historia y religión, como asignaturas básicas, aunque la religión no se estudiaba mucho porque a parte de la escuela estaba la catequesis que se encargaba específicamente de la formación religiosa de los niños. La asignatura de educación física no estaba comprendida en el programa escolar. Materias como la geografía se aprendían con canciones, por ejemplo había una canción que iba nombrando todos los ríos de España. En la asignatura de historia los niños estudiaban solo la historia de España: los Reyes Godos, los Visigodos, los Reyes Católicos, pero no se estudiaba historia contemporánea ni la historia reciente.

Para impartir la asignatura de historia no había un profesor específico, sino que el maestro que enseñaba todas las asignaturas era el mismo que se encargaba de dar las clases de historia. Este maestro no era de la localidad, sino que venía de fuera del municipio y mientras que trabajaba en el pueblo se instalaba allí, pero cuando su contrato terminaba se iba y llegaba otro que hacía lo mismo. La relación que el padre de Andrés tenía con el maestro era que de vez en cuando le daba un pan o algún otro alimento porque el sueldo de un maestro era muy pequeño y a veces ni siquiera cobraba y esto provocaba que llegase (el maestro) incluso a pasar hambre. De modo que en parte por pena y en parte para que su hijo tuviese un trato “privilegiado” en la escuela a veces el padre de Andrés le enviaba comida. Esta era la única relación que había entre padre y profesor, no había reuniones para hablar de la evolución académica del niño ni nada parecido, simplemente al padre de Andrés le daba igual lo que éste hiciese en la escuela, según él mismo “a mi padre le daba igual si iba a la escuela o no, si yo estuve allí fue porque en mi casa me aburría, pero si no hubiese querido ir me habrían puesto a trabajar sin más”

Las escuelas de niños eran diferentes de las escuelas de niñas. Las niñas estudiaban menos contenidos culturales para poder dedicar tiempo a aprender a coser, a bordar, a hacer croché, a dibujar… mientras que los niños solo estudiaban materias por lo que al final de la escolaridad los niños eran más cultos que las niñas y tenían más conocimientos.

Andrés estudió en un colegio público y en estos no era habitual la utilización de uniforme. Cuando Andrés cumplió los 14 años terminó la educación primaria, y fue entonces cuando dejo de estudiar. Puesto que para seguir estudiando tenía que irse fuera del hogar y su padre no se lo podía permitir este gasto, de modo que cuando terminó la educación elemental comenzó a trabajar.

Al preguntarle a Andrés si piensa que le sirvió de algo la escuela, éste responde sin dudarlo ni un momento que sí, “de no haber sido por la escuela no hubiese aprendido ni a leer ni a escribir, y aún más importante, no hubiese aprendido a contar” Esta respuesta adquiere más lógica si sabemos que Andrés ha trabajado toda su vida en una tienda de la cual llevaba la contabilidad, y siempre ha sido un negociante nato.

  Como ya se ha expuesto anteriormente al padre de Andrés la escuela le era totalmente indiferente, y su madre no intervenía en el tema. El padre de Andrés ni siquiera se interesaba en comprobar si sus hijos habían aprendido a leer o no, si estaban aprendiendo algo o simplemente perdían el día en la escuela sin hacer nada.


VALORACIÓN PERSONAL

Al hacer esta entrevista, muchas de las respuestas que he obtenido ya me las imaginaba, pero hay algunas otras que ciertamente me han sorprendido. Como por ejemplo el hecho de que los niños no hacían deporte en el colegio, ya yo siempre había creído que el deporte era una asignatura obligada. También me ha llamado la atención que los niños no tuviesen ni exámenes ni deberes para hacer en casa. Simplemente pensaba que los deberes era algo que existía de toda la vida. Pero realmente después de haber hablado con Andrés me di cuenta que tenía razón cuando me decía que ya se pasaban cinco o seis horas en la escuela y es absurdo, según él, que después de tantas horas en la escuela encima tengas que seguir estudiando y haciendo tareas en casa. Además la mayoría de los niños tenían que ayudar en su casa cuando llegaban de la escuela, y no podían dedicar más tiempo a tareas de la escuela. Con respecto a los exámenes pensaba que era la forma más utilizada de evaluación y me resultó sorprendente que el maestro no pusiese exámenes ni se interesase por los conocimientos adquiridos por los alumnos.
También me ha llamado la atención que su padre le enviase comida al maestro para que, según las propias palabras de Andrés: “Así el maestro luego en la clase si me preguntaba algo y no lo sabía o me atascaba se acercaba a mi pupitre y me lo repetía” me llamó la atención el hecho de que existiese ese tipo de “soborno”.  Me he dado cuenta de la gran evolucionado que ha sufrido el sistema educativo en España durante este siglo, tanto a nivel metodológico, como organizativo, incluso como ha cambiado la concepción que la sociedad tenía de la escuela, que se veía como algo opcional más que como una necesidad básica de las personas.

En conclusión, lo que he sacado de esta entrevista ha sido una idea más nítida de como era la escuela durante el primer tercio del siglo y más concretamente durante la década de 1930 y poder hacer una comparación critica de ésta con la escuela actual.


Realizado por: Paula Lería González

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