miércoles, 14 de marzo de 2012

Narración de un hecho histórico.


Narración de un hecho histórico: Su etapa educativa.

Mi nombre es Manuela Teruel Quero, nací el 16 de noviembre de 1940, por lo que tengo 71 años de edad. A diferencia de ahora mi madre me tuvo en mi casa con la ayuda de una matrona y la verdad es que todo fue muy bien, dentro de las condiciones que teníamos, claro está.


En 1940 se vivían los años de la posguerra. Yo en esos momentos era demasiado pequeña por lo que no recuerdo demasiadas cosas, puedo acordarme a partir de los 7 años, ya que fueron unos años que me marcaron mucho.

Recuerdo que vivíamos en unos días de mucha hambre, me acuerdo que mi madre me mandaba a comprar el pan lejos de casa y cuando venía de vuelta ya me había comido el bollo de pan que me correspondía, ya que había un trozo para cada miembro de mi familia y tenía mucha hambre.
Mi familia estaba compuesta por 8 miembros:




Tenía 5 hermanas y un hermano, yo era la segunda mas mayor.

Mi casa era muy pobre, pero muy limpia. Teníamos dos habitaciones y un comedor. El suelo de la casa no tenía solería como ahora, era de cemento. Una de las cosas que me encantaba de mi casa era que teníamos muchos animales, perros, gallinas, gatos…

Nuestra casa estaba situada al lado de la huerta de mi tía, donde trabajaba mi padre y alguna que otra vez mi madre y yo.

El salario de mi padre era de 3 duros diarios y con ese dinero no teníamos para nada. En esos momentos existían las cartillas de racionamiento (con esa cartilla íbamos a la tienda y nos daba una pieza de pan por cada miembro de la familia, eso era diario, y la compra de los comestibles como patatas, arroz, aceite…era uno o dos veces por la semana). La verdad es que tuvimos la suerte de que mi tía tenía la huerta y por ayudarle a limpiar los gallineros, barrer los llanos de la huerta, fregando de rodillas, ya que no había fregona,… pues nos daba algo más de comer y con todo eso íbamos tirando.

También teníamos la cartilla de familia numerosa, en ella se reflejan los derechos que teníamos como tal familia. La verdad es que me siento orgullosa de conservarla, además que es la única foto que tengo en la que aparece toda mi familia.





Mi padre trabajaba desde las 8 de la mañana hasta las 13:00, luego comía “lo que había” y volvía al trabajo.

 Mi madre trabajaba en la huerta cuando había más trabajo y en estos momentos era yo la que me tenía que quedar cuidando al resto de mis hermanos, ya que mi hermano la mayor trabaja fuera de casa.

La verdad es que podíamos salir sin miedo a la calle, mis padres nunca tuvieron problemas con la política podíamos salir sin problemas tanto nosotros como mi familia, hemos pasado mucha miseria y hambre. No había dinero para nada, mis padres no se divertían nunca, ya que no había dinero, recuerdo que alguna que otra vez íbamos a la Semana Santa ya que mi madre era muy religiosa.

Por el contrario de ahora los niños podían estar solos en la calle jugando, podían ir a comprar, apenas había coches, el medio de transporte era andando…

No había liberta de expresión todo estaba regido por el gobierno y los curas. Las normas las ponía el gobierno y la iglesia. Era la época franquista.

En el contexto político en el que vivía el hombre tenía más derecho que las mujeres hasta años después que la mujer por ejemplo empezó a botar.

Un día normal para mí era: me levantaba a las ocho de la mañana aproximadamente y si había algo de comida desayunaba y si no, pues me iba sin comer al colegio.

Cuando salía del colegio volvía a casa, llegaba sobre las seis de la tarde o más ya que había una hora o mas andando.

Después normalmente mi madre me mandaba a por agua a la fuente que no estaba muy lejos.

Mi madre aunque no había medios era muy estricta con el aseo y la limpieza. Nos teníamos que bañar todos los días, calentaba el agua en una olla y la echaba en un baño y ahí nos lavaba. Recuerdo que me decía que tuviera cuidado con los piojos, para prevenirlos nos echaba “cuchó” que era como un insecticida, era un producto muy fuerte y nos irritaba el cuero cabelludo, pero tenía una gran obsesión con que fuéramos limpios. Me acuerdo que me decía que no me fuera con algunas niñas que tenían piojo para que no se nos pegaran.

La primera vez que fui al colegio tenía 6 o 7 años, acudía a esa edad debido a que no era tan obligatorio como ahora y además mi madre me necesitaba.

Al colegio que iba se llamaba San Manuel, era público y privado pero por mi situación yo estaba en la parte pública, llevaba un babero blanco y debajo la poca ropa que tenía (un vestidillo y una “rebequilla” si era invierno, y unas sandalias de goma), en la parte privada las niñas llevaban uniforme.

El colegio era de monjas y por lo tanto todas las alumnas éramos niñas, al igual que las docentes sólo podían ser mujeres (había tanto monjas como mujeres docentes).

El horario era de 9 de la mañana a 12:30 de la tarde y de 14:30 a 17:30 de la tarde.

Comíamos lo que mi madre nos podía echar, por ejemplo, un trozo de pan, una batata cocía… el día que teníamos suerte comíamos lo que había sobrado de el comedor de las niñas de pago.

El colegio estaba bastante lejos de mi casa a unos dos o tres kilómetros. El único medio que teníamos para ir era andando todos los días, aunque las veces que mi madre tenía que trabajar faltaba para cuidar de mis hermanas.

El problema surgía cuando llovía, nos mojábamos porque no teníamos ni paraguas. Los caminos estaban encharcados porque no estaban asfaltados estaban a trozos, y nos mojábamos todos los pies, y así teníamos que echar el día.

Mi colegio era muy amplio, tenía un gran patio para jugar, había muchas clases y eran muy grandes, recuerdo que había muchas macetas y árboles.

En las paredes había muchos cuadros de santos, ya que era un colegio muy religioso. En cada clase había un crucifijo y todos los días cuando llegaba la profesora a la clase nos teníamos que levantar y rezar de pie.

Recuerdo que tenía una única profesora y que era muy mala, muy sebera con nosotras. Cuando hablamos, no sabíamos escribir bien, o cualquier otro motivo nos pegaba palmetazos con una buena regla en la palma de la mano y si no nos mandaba a limpiar los bates que estaban bastante sucios, a fregar la iglesia o pasillos de rodillas, incluso había niñas que las mandaba al “cuarto de la ratas” (era el hueco de la escalera, allí las encerraba hasta que ella quisiera volver a por ellas, daba igual que lloraran, eso no servía para nada.) Yo por suerte nunca fui pero sí que tuve
que limpiar los bates e iglesias y lo tuve que hacer más de una vez. La verdad es que los castigos los recuerdo muy duros.

En mi clase existían diferentes edades, habríamos unas 20 ó 25 alumnas por clase ya que tenemos que tener en cuenta que había mucho absentismo.

Para mí la figura de la maestra era muy estricta, la recuerdo como una verdadera “bruja” se parecía a la señorita Rotermeller, incluso era más mala que ella, y siempre iba de negro. Le hablamos de usted y le tratábamos con mucho respeto. Mi relación con la profesora se ceñía al ámbito escolar no hablamos de otras cosas.

Nosotras jugábamos al balón, pero no hacíamos deporte en cambio los niños sí.
Asignaturas no teníamos, dábamos un poco de todo. No recuerdo ni siquiera si tenía alguna favorita, creo que esto es debido a que mi tiempo en la escuela fue mínimo, desde los 7 a los 10 años. Fue justo hasta que hice la comunión, ya no volví a ir más.

Yo tenía mucho ánimo de aprender a leer y escribir, aunque por mis circunstancias no aprendí del todo bien ya que estuve muy poco tiempo. Creo que al igual que yo había gente que tenía más entusiasmo y otros menos existían de todo un poco.

Los materiales que teníamos eran escasos y teníamos que cuidarlos mucho ya que nos tenían que durar todo el curso. Era una libreta de dos rayas, un lápiz, una goma y un sacapuntas. A veces se me perdían y tenía que escribir con las puntas de lápices que me he encontrado en el suelo. Había poco o ningún material, también teníamos en clase una especie de enciclopedia, manuscrito, un libro para todo lo que teníamos que aprender.

La maestra utilizaba la pizarra, nos hacia copiado, dictados, recuero que nos enseñaba el mapamundi en forma de canción al igual que la tabla de multiplicar, las cuentas nos la ponía ella creo que no llegue a aprender ni las divisiones, si nos equivocábamos en una cuenta “reglazo”, no casi siempre, pero era lo habitual. No podías quejarte y encima tu madre te
decía: si te ha pegado por algo será, y tampoco podía ir a recriminar a la profesora porque ya que nos daba algo de comer nos teníamos que aguantar. Aunque mi madre tenía algo de contacto con la señorita.

Más adelante nos cambiaron de profesora y con ella viví momentos mejores. Aunque la vida era muy negra pienso que viví en la España oscura la gente no tenía ilusión, habíamos salido de una guerra y había que remontar. Con el paso de los años había más alegría, mas cante (a nuestra manera) empezamos a comer mejor….

Con esta profesora hice la comunión, en el mismo colegio, la verdad es que con esta profesora no tenia queja, era muy buena con nosotras y nos preparo muy bien, íbamos todas las tardes a la iglesia para preparar ese día y mi prima me prestó el traje, ya que ella ya la había hecho el año anterior.

No teníamos ninguna actividad extraescolar, no teníamos excursiones mis hermanas si tuvieron ya que estuvieron más tiempo y en años posteriores.

Estuve unos 3 años en la escuela hasta que hice la comunión, el día de mi comunión nos regalaron tela para hacernos un vestido y unas alpargatas de esparto. Recuerdo que fue un día muy bonito, las monjas nos adornaron el patio con mesas y manteles y nos dieron de desayunar.

Cuando salí del la escuela me fui a trabajar ya que a mis padres les hacía falta mi ayuda y como mis estudios me sirvieron de poco con 11 años estaba sirviendo en una casa.

Destacaría lo mal que podían llegar a tratarnos, ya que simplemente éramos niñas pequeñas, no nos daban ningún tipo de atención ni confianza para nostras poder explicarles las cosas. No nos fomentaban una ayuda a nivel personal.

Una de las anécdotas que recuerdo era que cuando jugamos a la pelota y se caía fuera del colegio nos la quitaban ya que había niños que no tenían nada y se quedaba con ella.

Mis mejores momentos eran en el patio, jugamos a la rueda, la pelota, a las cartulinas (recortábamos las cajas de cerillas y hacíamos cartulinas como si fueran cromos) cuando mi madre podían nos daba una gorda y nos comprábamos cromos de verdad.

Realizado por: Berlanga Teruel, Amanda 1º Pedagogía.









No hay comentarios:

Publicar un comentario