lunes, 11 de abril de 2011

Educación en otros tiempos (Aquellos castigos)

Lucía nació en el año 1937, en Árchez, un pequeñísimo y pintoresco pueblo de la Axarquía, que se encuentra en la provincia de Málaga.

A principios de ese año los nacionalistas se apoderaban de málaga en el sur y unos meses después, exactamente en abril, Franco fundó la “falange española”. Siendo también el día 26 de ese mismo mes cuando se produjo uno de los hechos más destacados de la guerra civil, como fue el bombardeo de la ciudad de Guernica.

Fue entonces  por el año 1944, en el cual ya se encontraba asentada la dictadura franquista, cuando Lucía cree recordar que entró por primera vez a la escuela. Pudiendo asistir a ella cuando no tenía que ayudar a la madre con el pan o cuando no tenía que ir al campo. 

Lucía recuerda como cada vez que entraba a la clase tenía que persignarse y como antes de comenzar la clase tenían que orar. En la pared de la escuela había un crucifijo, un cuadro con la foto de Franco y una bandera de España.
   
Había en la clase niños y niñas de diferentes edades. Los niños llevaban pantalones de pinzas y jerseys,  y las niñas vestidos hasta las rodillas.
    
En la escuela le enseñaban religión y también a coser. Por lo demás aprendió lo básico, como leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir.  Ya que solo fue al colegio hasta los 9 o 10 diez años.
  
Algo que recuerda mucho son los castigos que les imponían. Me contó que una vez la pillaron hablando y que el profesor la mando a ella y otra niña a escribir cien veces:  “En boca cerrada no entran moscas”. Recuerda otro día en el cual no llevaba las tareas hechas, y como castigo el profesor la puso en el suelo hincada de rodillas, y debajo de estas dos garbanzos. Cuando pregunté a Lucía, mi abuela, que qué pensaba de esos castigos, su respuesta fue: “Bueno éramos traviesillos nos lo mereceríamos, ahora, al siguiente día seguro que procurábamos llevar las tareas hechas”. 

Un castigo también bastante curioso que vio que le hicieron a algunos compañeros de su clase era el de sostener con los brazos en cruz los libros mientras estabas de pie en un rincón de clase. Y bueno muchos otros castigos eran darle directamente con una vara en la mano al niño, y pobrecito del que fuese zurdo. Todavía mi abuela cuando me ver comer con la mano izquierda siente pánico y tiende a decirme que cambie de mano, algo que a mi me resulta bastante gracioso.

Eso si, a pesar de estos castigos, dice que le encantaba estar en la escuela.


No hay comentarios:

Publicar un comentario