martes, 19 de abril de 2011

La historia de la educación en tiempos de guerra, hambre y miseria.

Rafaela nació  el día 18 de febrero de 1917, hace noventa y cuatro años. Tuvo veintiún hermanos pero poco a poco, entre abortos y niños vivos, acabaron quedando siete hermanas, de las cuales, hoy en día sólo quedan cuatro.
Comenzó a ir al colegio en 1921, con cuatro años. Actualmente no recuerda muy bien cómo eran las clases en la época en la que estudió pero sí conmemora que cada uno de los alumnos debía llevarse su silla al aula para poder sentarse. Allí aprendían los inicios de la lectura y escritura con la 1º, 2º y 3º cartilla que les daban en clase. Después de las cartillas venían los libros de texto, los que sus hermanas y muchos de sus compañeros no llegaron a conocer puesto que no había dinero para poder conseguirlos. En aquellos tiempos, a diferencia de hoy, sólo estudiaba el que tenía dinero y podía permitírselo. Fue ella la única que consiguió uno de estos libros, conocido como raya segunda, por un sorteo que hizo su profesora. Con cinco años aprendió una fábula que esta les encomendó a ella y a los demás alumnos, sin apenas saber leer ni escribir, y de la cual aún se acuerda. Así consiguió el libro. De poco le sirvió aquello puesto que su madre no la dejó ir más al colegio,  ya que ella necesitaba ayuda en las tareas de la casa. Así que en 1922 dejó la escuela para trabajar. Eran nueve personas en la familia y con dos sueldos escasos no podían subsistir. Cuenta, junto a una de sus hermanas que estudios académicos no les pudo dar su madre, pero una gran educación sí que no nos faltó. Siempre han vivido en una familia basada en el respeto, la obediencia, el cariño y en los buenos modales, contando también con unos grandes valores.
Empezó a trabajar con seis años, en 1923. Comenzó ayudando con la limpieza de casa, con las tareas domesticas, y obedeciendo a todas las peticiones de sus padres. A los nueve años, en 1926, ya empezó a ir al río a lavar o amasar grandes toneladas de pan. El trabajo hizo que Rafaela sólo tuviese cabeza para sus compromisos laborales y se alejara en aquel momento de la posibilidad de volver a reanudar sus estudios.
En 1936, cuando Rafaela tenía diecinueve años, comenzó la Guerra Civil, y ella junto a sus hermanas y sus padres tuvieron que marcharse andado desde Ardales hacia Turón, donde la se refugiaron en casa de unos familiares. Más adelante tuvieron que marcharse de nuevo a pie a una casa en el campo lejos de su anterior refugio para permanecer a salvo de la guerra, que aún no cesaba. Durante los tres años que duró esta, sólo trabajaban para poder vivir y la escuela pasó al olvido. Cuando las fuerzas llegaron, volvieron al pueblo. La guerra acabó en 1939, ella tenía veintiún años y con ellos ya había perdido la oportunidad de volver a la escuela. Algunas de sus hermanas volvieron a reanudar su ida al colegio, puesto que todas eran mucho menores, pero esta vuelta duró apenas tres años, ya que debían ayudar en casa. Su madre estaba enferma y no podía llevar sola una familia tan grande adelante, contando también con que la guerra había traído con su fin mucha hambre y miseria. Desde 1922 no volvió a pisar el colegio y dedicó su vida al trabajo, aunque sí que aprendió a leer por su cuenta y puso en ello un gran empeño. Le encantaba encontrarse al andar por las calles de su pueblo algún recorte de periódico para poder leerlo. Su padre, en alguna ocasión puntual le compraba alguna revista o algún tebeo porque le encantaba oír narrar a su hija cualquier relato. Siempre le dijo que ella podría haber sido una buena locutora. Comenzó también a leer novelas de varios tomos, de las cuales aún se acuerda y recuerda con exactitud sus rótulos.
Una de sus hermanas pequeñas, Estrella, también ha querido aportar a este trabajo la educación que ella tuvo en su niñez.
Estrella nació en Septiembre de 1930, actualmente tiene ochenta años. Comenzó a ir al colegio en 1934, con la misma edad que su hermana mayor. Pero a la edad de seis años tuvo que partir con la familia hacia Turón, como anteriormente ha aportado su hermana. Estrella, tras la guerra, con nueve años, en 1939, volvió a reanudar su marcha a la escuela pero tuvo que dejar los estudios con la edad de doce años, en 1942, para colaborar en la labor familiar. Durante esta época estudiaban lo que el régimen vigente les imponía: no había colegios mixtos y los niños estudiaban en centros diferentes a los de las niñas, se les obligaba a cantar Cara al Sol al comenzar las clases en el patio del recreo, entre otras acciones que ya no recuerda bien.
Ambas hermanas están de acuerdo, que aunque no hayan podido obtener en el colegio muchos conocimientos matemáticos o lingüísticos, debido a la escasez de dinero y los sucesos  catastróficos que vivieron, sus padres le han otorgado mucha educación, y dentro de lo mal que lo pasaron durante la Guerra Civil, la familia siempre ha estado unida. Además, Rafaela, sin haber tenido ningún estudio previo, exceptuando el primer año de colegio de infantil, hoy recita cientos de poesías creadas por ella y grabadas en su cabeza, puesto que es ciega desde muchos años atrás.
El contexto social en que vivieron Rafaela y Estrella era un contexto de pobreza, y la clase social solía ser media y baja. Un pequeño porcentaje con algo más de dinero eran sólo quien podía permitirse la educación escolar.
En cuanto al contexto político, Rafaela nació en 1917, durante la descomposición del sistema de la Restauración, es decir, durante la crisis de 1917. También vivió la Dictadura de Primo de Rivera de 1923 a 1930, la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo, así como ahora vive la democracia. Estrella nació en el año de comienzo de la Dictadura de Primo de Rivera y hasta hoy ha vivido las mismas etapas que su hermana.
La faceta educativa escolar de Rafaela se centra en la crisis que tiene comienzo en 1917 y deja los estudios un año antes de la Dictadura de Primo de Rivera. Y Estrella estuvo en el centro escolar durante la Segunda República y después un par de años en el Franquismo.
Aquí dejo un par de vídeos de Rafaela, que pueden encontrar en YouTube, para que puedan tener el honor de oír recitar algunas de sus poesías.
Personalmente, estoy orgullosa de conocer y llevar la sangre de esta gran mujer, que a su elevada edad, aún sigue trabajando con su mente creando poesías y otorgándonos el privilegio de poder oírlas y disfrutar de ellas.

  
  Ana Muñoz Ortega

1 comentario:

  1. Tan interesantes como emotivas todas las entradas. Tienen esa calidez de la Historia Oral, la pátina de lo vivido y lo narrado, que junto a otros parecidos terminan describiendo una época, una ciudad, una clase social. Enhorabuena.
    Solo un pequeño "pero"; ya que le ponemos cariño a los relatos de padres y abuelos seamos cuidadosos al editar los textos (rapasadlos),corregir la redacción, por acá anda alguna cuartilla que debe ser cartilla, un bachillerato inferior que es, probablemente, Elemental y otros pequeños detalles fáciles de resolver.

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