Nombre: Catalina
Gallego Carmona.
Edad: 84 años
Número de hermanos:
8 (6 varones y 2 hembras), ella es la 2º mayor.
Trabajo del padre:
Trabajaba al cuidado de un cortijo.
Trabajo de la madre:
ama de casa
Entrevistadora: Gallardo
Carrasco Mª Dolores
Historia:
Catalina Gallego Carmona nació en
1928, no recuerda muy bien con qué edad exactamente ingresó en la escuela pero
calcula que con unos 7 u 8 años, asistió muy poco tiempo porque sus padres
dejaron de llevarla.
El
colegio al que asistía lo había puesto una señora del pueblo que según recuerda
mi abuela carecía del título de maestra y que se llamaba igual que ella.
Se pagaba por ir a esa escuela
pero era muy poco dinero por lo que se acercaba más al colegio público y
carecía de nombre ya que no constituía
una institución reconocida.

El colegio solo era una
habitación (un cuartito) y luego había otra donde se subía por unas escaleras
que se llamaba “lagar” donde había un “poyete”
(encimera) hecha de obra donde se escribía.
Los niños eran de diferente edad
y por supuesto la escuela era mixta ya
que no había ninguna otra en el pueblo en número serían sobre unos 30 alumnos y
una sola profesora, se asistía por la mañana y por la tarde.
Los niños veían a la profesora
tal y como lo que era; es decir no la veían como una persona estricta o con
miedo la relación solo se limitaba a profesora que mandaba la tarea y el alumno
que se limitaba a hacerla. En cuanto a las asignaturas solo les enseñaban las
letras y los números, no había un sistema escolar como el de hoy en día, al
menos en los pueblos.

Cuando le pregunté a mi abuela Catalina
como eran los materiales que se usaban en su escuela me dijo lo siguiente: “Un lápiz, entonces no había ni bolígrafos
ni cosas de esas y una libreta que valía una perra gorda”.
En cuanto al método de
enseñanza la profesora estaba sentada y
les ponía a cada alumno en su libreta independiente, por entonces no había
pizarra, los deberes que tenían que hacer y cuando los terminaban los alumnos
se levantaban e iban a su sitito a que les corrigiese la tarea.
En un día normal de escuela, mi
abuela se levantaba sobre las 8 de la mañana y desayunaba un poco de café con
pan migado según dice ella “Era lo que
había” y se iba a la escuela. A las 13:00 salía a su casa a almorzar puesto
que el colegio no disponía de comedor, cuando terminaba el almuerzo ella volvía
al colegio, pero por la tarde se dedicaban a hacer costura hasta que salían a
las 16:00 de la tarde. No tenían actividades extraescolares.
En la escuela de entonces no
había asignatura de religión ni se hacía hincapié en esta de ninguna forma,
esto pertenece más a la escuela franquista que todavía estaba por llegar. No
se utilizaban castigos físicos, Catalina
solo permaneció en la escuela unos dos o tres meses y no aprendió ni a leer ni
a escribir por lo que ella piensa que la escuela no le sirvió de gran cosa a la
hora de desenvolverse en su vida diaria ni como ama de casa.
Los padres tampoco se interesaban
mucho por cómo les iba a sus hijos en la escuela y la relación entre maestra y
padres en el caso de mi abuela era escasa, además en aquellos años solo
importaba lo que cada niño con cierta edad podía aportar a la casa ya fuese
ayuda económica, como era más el caso de los varones, o en ayuda doméstica para
las mujeres aunque en numerosas ocasiones estas también tenían que trabajar
según cuenta la entrevistada.
Hola chicos y chicas;
ResponderEliminarHe descubierto este Blog a través de un enlace en Facebook y me a encantado vuestro trabajo.
La historia de la educación forma parte de la historia de este país y su memoria.
No es cuestión de resaltar lo malo o bueno como argumento político ni para atribuirse la razón o quitársela a otros, sino para tener un punto de vista objetivo de como ha sido la historia y cuanto han luchado y sufrido nuestros padres y abuelos para poder hoy disfrutar de un estado de bienestar que nos permite una educación de calidad como tenemos.
Os animo a que sigáis aportando estas maravillosas historias y nos hagáis reflexionar sobre la importancia de luchar por la memoria de nuestros antecesores y el futuro de los sucesores.
Un abrazo.
Antonio Ruiz.