miércoles, 24 de octubre de 2012

NARRACIÓN DE UN HECHO HISTÓRICO:

La señora Flora Mariscal nació en un pueblo pequeño de la Serranía de Ronda, Monte jaque, en el año 1940.
Flora empieza contándome que su familia siempre estuvo bien económicamente, por lo que nunca pasó hambre ni a penas necesidades. Debido a ello Flora comenzó el colegio a los cinco años y salió de él a los nueve o diez años, cuando acabó sus estudios escolares. Acudió al colegio, público, del pueblo “Virgen de la Concepción”. Todas las mañanas antes de ir al colegio,  Flora ayudaba a su madre a llevar cantaros de agua desde la fuente a su casa. A las diez debía estar en el colegio, al que iba andando puesto que vivía bastante cerca. Nada más llegar todos los alumnos tenían que cantar en el patio de la entrada el himno nacional, para ellos esto era sagrado y nadie podía negarse a hacerlo. Salía a las dos para almorzar, volvían a las tres y allí permanecían hasta las cinco, las niñas aprendiendo tareas de costura y los niños dibujo. Al finalizar la jornada en la escuela, casi todas las niñas se juntaban en alguna casa para seguir con la costura o bien para pasar a limpio lo escrito y aprendido ese día en clase. Flora insiste en que se entretenían con cualquier cosa ya que no había televisión y la radio solo la escuchaban los adultos, si tenían. Además dice que lo normal era que las niñas estuviesen jugando por un lado y los niños por otro. Ante esto yo le pregunto que eso porque era así, a lo que me responde que las madres de las niñas les prohibían a sus hijas andar por la calle con niños puesto que eso no era de señoritas, y que las señoritas deben estar siempre entre señoritas y si van con un hombre ha de ser su padre.
En cuanto al colegio, Flora me cuenta que al ser Montejaque un pueblo pequeño, no había muchos niños por lo que el colegio tenía un aula y una maestra para todos, de modo que había mucha diferencia de edad entre sus compañeros y era mixto. En esta única clase había unos veinte niños, los cuales estaban sentados según su capacidad intelectual, los más listos y estudiosos disfrutaban de su propia mesa y los demás tenían pupitres que eran más incómodos.
Flora recuerda a su maestra con mucho cariño, ya que además de que fue la única maestra que tuvo, era una mujer sencilla con la que podían hablar, aunque siempre con mucho respeto, pero nunca nadie la contradecía o exponía su opinión puesto que lo que ella decía era sagrado. Su maestra se llamaba María, para ellos Doña María, y les daba todas las asignaturas que eran lenguaje y matemática principalmente y más tarde algo de música y de historia. La favorita de Flora siempre fue matemáticas, de hecho me dice con ilusión que aún sabe las tablas y hacer cualquier cálculo mental como el primer día. Doña María solía enseñarles mediante dictados y explicaciones pero sobretodo los hacía salir a la pizarra para hacer ejercicios.
Aunque la mayoría de los niños tenían ganas de prender y les hacía mucha ilusión acudir al colegio, había otros muchos que ni siquiera podían ir ya que vivían en el campo y de estos muy pocos recibían la visita de un maestro. Además la mayoría de los niños que iban al colegio y sacaban el graduado escolar, no podían continuar sus estudios ya que para ello tenían que salir fuera y eso muy poquitos podían permitírselo. Flora me aclara que ella no pudo continuar porque era hija única y su madre necesitaba su ayuda en casa y en el negocio familiar, una tienda de comestibles, pero se considera afortunada ya que sus padres podían permitirse pagar a su profesora una peseta para que le diera una clase particular. Sus padres no la ayudaban con las tareas de la escuela pero sí la obligaban a hacerlas siempre. No muy a menudo los padres iban a preguntarle a la maestra por el comportamiento de sus hijos.
Cuando le pregunto por los materiales escolares me cuenta con orgullo que gracias  al trabajo de sus padres, que además de tener un negocio familiar su padre era lo que conocemos como marchante,  y en parte a que era hija única siempre tuvo lápices, cuadernos, hojas de caligrafía, cosas que muy pocos niños tenían y además contaba con su libro de lecciones propio ya que muchos niños tenían que compartirlo.
En sus últimos años de colegio, Doña María los llevaba de paseo al campo, a la estación del tren, al río a bañarse. Flora con lagrimas en los ojos recuerda aquellos días que dejaban las mesas y pupitres para jugar y divertirse con sus compañeros y maestra cantando canciones infantiles, merendando lo que cada uno podía aportar, etc.
En cuanto a la influencia política y religiosa,  me hace hincapié en que había que tenerle mucho respeto a la fotografía de franco que lucía encima de la pizarra y era obligatorio cantar el himno nacional cada mañana. También les enseñaban todas las oraciones que a menudo les obligaban a rezar y debían ir cada domingo a misa. En relación a esto último recuerda con ilusión que el mes de mayo las niñas cantaban a la Virgen María por ser el mes de las flores. La disciplina en este colegio no era demasiado dura, o al menos así lo recuerda Flora,  y su maestra lo era menos. Doña María no solía pegarles, sino que los castigaba de pie contra la pared un buen rato o los dejaba sin recreo. Flora sabe que alguna vez la castigaron aunque no recuerda porque, pero sí que no fue por nada grave, sino por hablar con alguna compañera durante la clase. Ella tiene claro que sus estudios escolares no le ayudaron mucho en el ámbito profesional pero sí para ella personalmente.
Por último, mi entrevistada me cuenta que nunca olvidará. Una mañana la directora del colegio visitó la clase y como era normal y obligatorio todos los alumnos se levantaron y saludaron a la directora, pero una de sus compañeras no se levantó y eso para ella y los demás fue muy alarmante ya que sabían que tendría un buen castigo. Cuando la maestra fue a reñirle la niña avergonzada le dijo en voz baja que tenía la silla llena de sangre debido al periodo.
Flora destaca de esta experiencia el haber disfrutado con sus compañeros tantos momentos felices y el hecho de haber tenido la posibilidad de recibir una educación. Ahora recuerda a sus compañeros, muchos de ellos amigos durante toda su vida, con nostalgia ya que muchos han muerto.


REALIZADO POR: Carmen Aguilar Calle, 1º primaria D

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