jueves, 25 de octubre de 2012


La historia en la escuela de Rafael.

Cuando llegué al hogar del jubilado, me encontré con Rafael, cuyo rostro era reflejo de los estragos que causó la posguerra en nuestro país.
Rafael (quien no ha querido revelar sus apellidos) nació en 1946. Fue a la escuela hasta los catorce años, ya que, una vez había aprendido las cuatro operaciones básicas de matemáticas y lo básico sobre lectura y escritura, le sacaron de la escuela para trabajar.

“El que era un poquito más listo y veían que podía se quedaba más tiempo estudiando, pero yo tenía que comer, y para comer, tenía que trabajar” Contaba Rafael.

El único aspecto positivo  que este hombre me destacó sobre su etapa escolar, fue que vivía relativamente cerca de su escuela, por lo que podía desplazarse caminando sin mayor dificultad ni mayor esfuerzo.
El ambiente en las clases era muy triste. La relación entre alumnos y maestros era pésima, casi nula, por no hablar de la que tenía los propios maestros con los padres, inexistente totalmente. Se ejercía frecuentemente el correctivo físico o el castigo.

“Si te pasabas no tardaban mucho en soltarte la mano, si te pasabas ya dos veces te volvían a dar y te ponían de cara a la pared”

El método de enseñanza estaba claramente marcado por la dictadura franquista y la influencia de la Iglesia. El único material con el que contaban los niños eran un lápiz, un libro y la “doctrina”, como la definió Rafael.

“La doctrina primero y ya el libro era lo último. Pero primero la doctrina”

Bajo esta doctrina, los niños no salían al patio a jugar, sino a cantar en coro el Cara al sol, y la única actividad extraescolar que realizaban era visitar la iglesia los jueves y rezar todos juntos.
Este hombre recordaba como fueron sus clases: “No era como es ahora, de jugar con los niños ni nada de eso, no. Había que  estar bien puesto en el sitio y escuchando al maestro, sino…” 
Ahí fue cuando Rafael me hizo un gesto con la mano en horizontal y entre risas.

En definitiva, esto fue lo que Rafael pudo recordar de su etapa escolar:

“Mucha hambre. Había que ganarse el pan, lo de estudiar era para los que tenían dinero, así que a los catorce me sacaron para trabajar. Yo soy un analfabeto prácticamente”

Pablo Falcón  García 1ºD Primaria

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