jueves, 25 de octubre de 2012

Historia de Encarnación Pérez García


Hoy entrevistamos a Encarnación Pérez García, una anciana de 79 años nacida en 1932, y le preguntamos sobre su infancia y la educación en esa época. Cuando ella empezó a estudiar, a los cinco años, la guerra ya había acabado y ya estaba instaurado el régimen franquista.
A los cinco años, Encarna entro en la “Miga” ella lo intenta explicar comparándolo con las actuales guarderías “Eran habitaciones grandes donde tenias que llevarte una silla y no había pizarra”. A los siete años entro en el colegio de las Mercedes en calle ollerías, después fue a un colegio en calle beata, cuyo nombre no se acuerda, que pertenecía a la diputación, y por último fue al Convento del amor misericordioso en calle mármoles.
Todo este cambio de colegios viene dado a causa de su hermana pequeña, que al ser hiperactiva, no aguantaba mucho en un colegio y su madre siempre decía “o las dos o ninguna”. Todos los colegios eran públicos debido a la falta de dinero en su familia, cuenta encarna.
Encarna vivía en calle dos aceras, y se iba al colegio andando con su hermana. Cuando fueron al convento las metieron internas, ella recuerda como los domingos iban de visita sus padres y las sacaban a dar un paseo.
En el colegio de las mercedes, las clases estaban situadas en un pequeño pasillo, justo al lado del cementerio que en colegio se encuentra, donde están enterradas las monjas que Vivian allí. El convento era mucho mas grande, había tres grandes patios y en el primer piso se encontraban todas las clases.
En los colegios, el de calle beata y el de las mercedes, las clases venían distribuidas por edades, en el convento no era así, aunque ella asegura que no había mucha diferencia ya que la gente dejaba pronto los estudios para ponerse a trabajar. Por supuesto, las clases no eran mixtas, habiendo colegios para chicos y colegios para chicas.
Las clases constaban de una maestra y unos cincuenta alumnos por aulas, donde las clases la solían dar las monjas, aunque ella también tuvo maestras. Cuando le pregunto sobre sus profesoras, ella me comenta que eran muy duras y no mostraban simpatía al alumno, los castigos también eran más duros, llegando a pegarles con una regla si no se portaban bien.
Ella dice que no sufrió ningun castigo físico, ya que se portaba bien, pero cuenta como anécdota, el único castigo que sufrió: “cuando estaba en el convento, me quisieron poner en la cama de mi lado a una niña que era sonámbula, y como yo era muy asustadiza, le dije que no y me fui corriendo de la habitación. Como castigo me encerraron en el hueco de la escalera, como yo era muy buena, no intente salir. A los tres días mi hermana pregunto por mi y las monjas se acordaron y me sacaron”. Ahora lo cuenta riéndose.
Encarna, no estudio unas asignaturas concretas, a ella le enseñaban en clase a leer y a escribir. Para aprender a leer, usaban las cartillas que habían tres dependiendo del nivel, y para escribir, usaban una pizarrilla y un pizarrín, parecido a una tiza, y copiaban lo que la profesora iba escribiendo en la pizarra. Aquí es donde comenzaron los problemas para encarna, ya que ella padece de miopía y su familia no tenia dinero para comprarle unas gafas.
Todo esto llevo a que en el convento la profesora la discriminase y no pudo llegar a aprender mucho. Este tipo de discriminación, no solo la llevo a no poder aprender a escribir sino tampoco a coser, obligándola a realizar otras tareas mientras las demás niñas cosían.
También la enseñaban a rezar, a través del catecismo. Iban todas las semanas a misa y para asegurarse de ello las profesoras le preguntaban los temas que se trataron en ella o como iba vestido el sacerdote.
Cuando iba al colegio de las mercedes, entraba a clase a las 8 de la mañana y salía a las 12. Por la tarde ayudaba en la casa. Cuando fue al convento, se levantaban a las 5 de la madrugada para ir al mercado de mayoristas a pedir pescado. Luego iban a misa antes de empezar las clases. Cuando terminaban se iban a comer, si había comida ese día, pero siempre rezando antes. Por la tarde había talleres de costura y otra misa. Sobre las 9 se iban a las habitaciones a dormir.
Viendo como era un día normal en su vida nadie duda de la influencia religiosa que había en aquella época. Aunque según ella no había tanta influencia política, su marido nos dijo que el cantaba todos los días el “cara al sol”.
Hablando sobre el interés general por la educación en aquella época, dijo que era bajo, ya que al ser pobres, necesitaban ponerse a trabajar lo antes posible para poder ganar un sueldo, aunque fuese bajo, para poder comer. Encarna dice que a ella no le sirvieron de nada sus estudios ya que no aprendió nada debido a su miopía.
Al preguntarle si había relación entre sus padres y sus maestras contesta que no excepto en el convento ya que al ir a visitarlas las monjas si hablaban con sus padres. Su opinión acerca de los maestros es que eran muy duras y secas, que no enseñaban nada y que discriminaban demasiado.

Ángel Luis Domínguez Lloret 
Primaria 1ºD

No hay comentarios:

Publicar un comentario