martes, 23 de octubre de 2012

Entrevista a Conchita Maroto Álvarez.

Realizado por José Carlos Extremera García, alumno de 1ºD de Educación Primaria.


Conchita Maroto Álvarez es una señora que nació en 1937  en Fornes, un pueblo situado a 50 km de Granada. Eran cinco hermanos y nació en un molino de harina que abastecía de pan a toda la comarca. Acudió al colegio durante la posguerra, época de grandes penalidades.
Empezó a ir a la escuela de este pueblo cuando tenía cuatro años. Esta escuela consistía en un edificio de dos plantas y de carácter público. Acudía andando desde su casa al centro diariamente.
El colegio no era grande, tan solo tenía dos habitaciones, una para los niños y otra para las niñas las cuales eran amplias, con grandes ventanas y amuebladas con la mesa del profesor en lo alto de la tarima, varios pupitres y mesas y sillas para los más pequeños. En la pared había un crucifijo enorme, una foto de Franco y otra de Primo de Rivera.
Su aula no era mixta, había unas 40 o 50 niñas de todas las edades,  hasta los diez años, que era cuando salían de la escuela para trabajar,  o si tenían más dinero y sus padres querían, iban a Granada a seguir su educación.
Los niños tenían un maestro y las niñas una maestra. Estos maestros eran los mismos todos los años. Las niñas de esa escuela recuerdan con mucho cariño a su maestra, de la cual todas a las que he entrevistado recuerdan su nombre (Doña Elvira García),  la cual era familia de mucha gente del pueblo. Lo más normal en esta época y estos pequeños pueblos era que el maestro y la maestra estuvieran casados, pero no era el caso.

 Su relación con la profesora era buenísima ya que vivían al lado y el pueblo era pequeño. En la imagen se  ve a Doña Elvira en blanco (maestra) junto a la madre de Conchita.
En la escuela tenían una cartilla y aprendían el abecedario, a restar, sumar, multiplicar, dividir y sobre todo el catecismo.  En esta época no le llamaba la atención los estudios,  pues tenía que ayudar en el molino y el resto del tiempo prefería jugar.
En cuanto al método de enseñanza, la entrevistada dice que era el mismo que hoy día, pero a lo largo de la entrevista pude deducir que era muy autoritario y totalmente magistral, donde los alumnos jugaban un papel totalmente pasivo.
Se  levantaba a las ocho y media, desayunaba, se preparaba con sus hermanos y acudían juntos acompañados por una mujer al colegio, que comenzaba a las diez. Esta señora era la encargada de hacerles la comida, acompañarlos, recogerlos al medio día a las una y de darles el almuerzo en la casa que ella tenía en el pueblo, llevarlos de nuevo a la escuela a las tres horas y recogerlos a las cinco horas para volver a llevarlos al molino.
 Al entrar en clase lo primero que hacían era rezar un padre nuestro un gloria y un ave maría. Empleaban diferentes materiales; entre ellos la pizarra, el pizarrín, lápiz, goma, sacapuntas, caligrafías y lápices de colores entre otros. Los jueves no tenían clase por las tardes pero el sábado por las mañanas tenían que ir. Una curiosidad de su escuela era que las alumnas más avanzadas ayudaban a las más pequeñas.
En la escuela no realizaban actividades extraescolares, como tales, aunque los maestros daban clases particulares por la tarde, cobrándolas, tampoco disponía el colegio de comedor.
Existía una amplía influencia religiosa constantemente visible, ya que rezaban todos los días varias veces, era de obligado cumplimiento asistir a misa, se estudiaba el catecismo, la historia sagrada y había un crucifijo en todas las clases.
 En  cuanto a influencia política, aunque la entrevistada dice que no había ninguna, el simple hecho de tener un retrato de Franco y de Primo de Rivera ya es visible la influencia existente.
De pequeña no realizaba grandes gamberradas y los castigos eran ponerse de rodillas, o mirando a la pared y que no eran castigos demasiado duros.
A esta escuela acudió durante unos tres años, ya que después  se fue a vivir a Granada.
Los conocimientos que adquirió durante la escuela le sirvieron para tener una fácil adaptación al nuevo  colegio, al que acudió en Granada.
 La relación entre padres y profesores era muy buena,  entre otras cosas porque eran casi familia y en un pueblo de ese tamaño se conoce todo el mundo. Además los padres de Conchita tenían el molino que abastecía de pan a toda la comarca.
A la pregunta de si recuerda alguna anécdota, responde que muchas, pero casi ninguna  trata de forma directa de la escuela. Tan sólo recuerda que, como la casa de la maestra colindaba con la escuela, la profesora  abría la puerta de su casa para que el calor de su chimenea caldeara la clase.
No todos los niños de su pueblo estudiaban, ya que los padres los ponían a trabajar, por eso había muchas más niñas escolarizadas que niños. Sin embargo las niñas si terminaban los años de escuela que se impartían en su pueblo.
Al preguntarle si había diferencias entre las asignaturas de las niñas y la de los niños dijo, que no, pero las niñas por las tardes hacían costura mientras que los niños reforzaban los conocimientos ya dados.
Para los padres suponía un gasto  que sus hijos acudieran a la escuela, no muy grande, pero al tener que comprar materiales, por pocos que fueran, costaban algo y además el tiempo que sus los jóvenes estaban en la escuela , en vez de trabajar, era mano de obra que perdían y tenían que pagar.
No valoraba ningún material escolar más que otro, todos los valoraba por igual.
No todos los compañeros, que empezaron la escuela la terminaron, cada uno debido a diferentes causas.
No tenían patio de recreo, salían a la calle a jugar en un pequeño descanso que tenían por las mañanas y jugaban a la balde,  que es un juego algo más complejo que el quema o el mate pero muy similar, a la rayuela ( también conocida en Málaga como piso), a la comba, a la gallinica ciega y muchos más.


(Grupo de niños de la escuela)

No aprendieron ningún idioma, no llevaban uniforme, no aprendían a tocar ningún instrumento y no había biblioteca. La religión era obligatoria al igual que asistir a misa.
Opina que hay una gran diferencia entre la escuela a la que ella fue y a la que fue su hijo.
Si había controles sanitarios, les ponían en la escuela vacunas de las cuales todavía tiene las cicatrices, pero sin embargo no había programas sanitarios.
Tras salir de la escuela de Fornes,  estuvo varios años interna  en Las Carmelitas de Granada,  con su hermana. Cuando cumplió diez años entró  al colegio de Santo Domingo, también en  Granada, el cual era privado y se encontraba a diez andando desde su casa.
El colegio de Santo Domingo era grande, con todo de mármol, con un enorme ojo de patio cuadrado en el centro, en el que había un jardín y una fuente. En la parte de abajo había galerías que daban por un lado al ojo de patio y por otro a las clases. En esta galería había imágenes de santos. En su clase había dos ventanas muy grandes que daban a la calle, y al igual que en la escuela de Fornes, había una tarima sobre la que estaba la profesora y en la pared había un crucifijo, un retrato de Franco y otro de Primo de Rivera.
Al comenzar sus estudios en el  colegio les hacían una foto con toda su clase (izquierda) y al finalizar sus estudios, les hacían otra (derecha). Abajo muestro las fotos de la promoción de la entrevistada.




A diferencia de la escuela de Fornes, todas las niñas de su clase tenían la misma edad y había diferentes clases para los diferentes cursos. Se trataba de un colegio en el que las clases no eran mixtas. Los niños daban clase en la planta baja y las niñas daban clase en la primera planta, llegando al extremo de que no compartían los mismos horarios de descanso. Había unas treinta y cinco niñas por clase y tenían una profesora (Sor Petra) que le dio  clases todos los cursos, por las mañanas. Por las tardes tenían otra profesora. (Todas las profesoras eran monjas).
Había profesoras con diferentes caracteres.
Daban el catecismo, geografía, matemáticas, caligrafía, lectura y educación física  entre otras.
Había diferencias entre las asignaturas de las niñas y la de los niños. Mientras que a las niñas les daba educación física una monja, a los niños se la daba un policía nacional y por las tardes las niñas aprendían a hacer labores del hogar, mientras que los niños no.
El método de enseñanza era autoritario y de clase magistral, las profesoras dependiendo de la asignatura se ayudaban de mapas o de la pizarra para impartir la clase.
No utilizaban pizarrín, sino libretas, lápices, goma y sacapuntas. El tintero lo usaban cuando llevaban dos años en el colegio y tanto el tintero y la pluma se la proporcionaban las monjas.
El horario del colegio era igual que el de la escuela,  dando clases por la mañana y por las tardes, siendo el horario de diez a una y de tres a cinco.
Antes de entrar a clase formaban a los niños/as en filas por cursos, después entraban a clase, rezaban y daban clase. Tenían un pequeño descanso de once y media a doce menos cuarto.
Realizaban muchas excursiones, sobre todo a la Alhambra. El colegio disponía de comedor para las internas que vivían en el colegio  o  para las mediopensionistas, que eran aquellas que no podían ir a su casa a comer y volver a tiempo para empezar de nuevo las clases a las tres. También se impartían clases de piano y clases particulares por las tardes.




Los castigos no variaban con respecto a su escuela de Fornes.  La castigaban con copias, mirando a la pared o de rodillas.
Estuvo en el colegio de Santo Domingo unos ocho años. Estos estudios le sirvieron porque aunque no llegara a trabajar nunca, al emigrar a Alemania llevaba una cultura mínima.
 La relación con los padres era muy fluida ya que cada mes o menos citaban a los padres para informar del desarrollo de las alumnas.
No se atrevían a rechistar al profesor, (cuando le hice esta pregunta se llevo las manos a la cabeza diciendo que eso era impensable), pero si embargo la relación con sus profesoras la califica de buena.
En cuanto a anécdotas recuerda, que pedían ir al servicio o a beber agua, con tal de estar las amigas un rato juntas o dar un paseo.
Al preguntarle si estudiaban todos los niños en su época responde que si, que  en Granada todos los niños estudiaban por ser la ciudad y no tener que ayudar en el campo. Era diferente al pueblo.
Le pregunté  que si había más niños escolarizados y por qué y me respondió que había más niñas, al menos en su colegio, ya que  preferían las niñas a los niños, es decir, que aunque fuera mixto el colegio, no las clases, preferían enseñar a niñas y que los niños fueran a  otros colegios específicos para niños.
La diferencia que había entre las asignaturas de los niños y de las niñas, era que ellas daban costura y una educación física más ligera,  por así decirlo,  con respecto a la que recibían los niños.
Para los padres suponía un gran gasto que sus hijos estudiaran,  ya que los colegios eran privados.
Su material escolar más preciado era el lápiz y extrañamente la pluma, el que menos, ya que dice que le manchaba mucho.
Tenían un patio de recreo ,  en el que jugaban a la balde, al corre corre y más juegos.
No estudiaban ningún idioma y si usaban uniforme, como el que vemos en la fotografía.




 Los domingos a ese uniforme le ponían una capa y diferentes adornos para ir a misa. Aquí está Conchita con este uniforme.





 

Las fotos muestran las dos caras de las medallas del colegio.

La religión era obligatoria. Rezaban todas las tardes el rosario rezando los todos los misterios. Por cada misterio rezaban un padre nuestro y diez aves marías. En cuaresma hacían los ejercicios espirituales que consistían en leer un libro religioso, meditar sobre él y comentarlo.
Había una gran biblioteca y se aprendía a tocar el piano, si se pagaba. Y en cuanto a controles sanitarios y alimentarios si había.
Los controles sanitarios consistían en llevarlos a ponerles  la vacuna,  según pusiera en la cartilla de vacunación. Los controles alimentarios eran aún mayores, tenían un amplio control de los alimentos a los que eran alérgicos los diferentes alumnos y le daban charlas sobre alimentación entre otras cosas.
Cuando terminó el bachiller tuvo que hacer el Servicio Social, tras el cual se podía acceder a estudios superiores,  los cuales ella no pudo cursar porque tuvo que volver a Fornes a ayudar a su padre. Sin embargo, su hermana hizo magisterio y su hermano ingeniería  agrónoma.
Recuerda el nombre de uno de sus libros. “La enciclopedia Álvarez” en la que se trataban todas las materias como veremos en las fotografías que hay a continuación y el catecismo.

     Lengua.                                               Religión.
                                                   
      



Historia.                                               Química.






 



         Geografía.                              Educación Artística.

       



                          Física.                                             Biología.



      


Matemáticas y arte.





























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