jueves, 25 de octubre de 2012

Entrevista a Doña Josefina Almenara


Esta es una entrevista a Doña Josefina Almenara Onteniente, una señora nacida el 27 de septiembre de 1927 en Barcelona y con tan solo 5 años se mudó junto con su familia a Francia, donde iba a un colegio público mixto con su hermano con el cual se lleva 18 meses de edad, estaban en la misma clase debido a que los cursos no se organizaban año por año, si no englobando a alumnos de un margen de unos 5 años de edad y tan solo unos 10 o 25 alumnos por clase; casi todos los alumnos eran franceses aunque habían algunos españoles; los dos hermanos tenían una gran amistad un chico llamado Rossel. La escuela estaba en la calle paralela de su vivienda y doña Josefina iba con su hermano cruzando por una calle que estaba entre los bloques, su madre los acompañaba hasta que fueron mayores y no tardaban más de 5 minutos. En dicha escuela recuerda con cariño a una maestra que acudía en bicicleta con una bufanda; una vez en clase, la maestra tenía una pequeña tarima en la cual se encontraba su mesa y su silla, detrás de la mesa se encontraba la pizarra y la maestra los enseñaba como leer, escribir, sumar…

Pasados unos años Doña Josefina volvió a España, pero esta vez no residió en Barcelona junto a su familia en Tudela, Navarra. Una vez en Tudela por un lado acudió a clases de francés para no olvidar el idioma y por otro lado acudía a un colegio pero esta vez ya no estaba en clase junto a su hermano debido a que era un colegio de monjas y en esta ocasión solo acudían niñas y solo habían maestras, una para cada asignatura a excepción de en la asignatura de religión que daba la clase el cura de la iglesia que conectaba al colegio, se llamaba Don Julio Payo. Las monjas en general no eran malas pero sí estrictas; los castigos no eran físicos sino que castigaban sin recreo, sin merienda… pero no como en los colegios públicos que sí imponían castigos de esta índole, las alumnas trataban a sus maestras y no les decían nada fuera de lugar y mucho menos les faltaban al respeto.

El colegio se llamaba “las esclavas del sagrado corazón”, era interno y además de las asignaturas como geografía, historia o matemáticas hacían labores, rezaban y realizaban excursiones a museos y lugares de los alrededores. A continuación relataré cómo era un día normal para doña Josefina. Sus padres acudían los fines de semana y cada primer fin de semana del mes las llevaban de paseo; cuando sus padres llegaban iban directos a ver los cuadros de secretaría ya que habían dos cuadros: el cuadro de honor y el cuadro de deshonor; allí buscaban a su hija y se sentían orgullosos o no según el caso, debido a ello había mucho entusiasmo a la hora de estudiar ya que todas las niñas pensaban en su futuro y querían llegar lejos, no quedarse únicamente en saber leer y escribir y que cuando sus padres vinieran la vieran en el cuadro de honor. Debido a esto las monjas tenían mucha relación con sus padres ya que estos debían saber cuál era el comportamiento de sus respectivas hijas.

En un día normal doña Josefina se levantaba a las siete junto con sus compañeras de clase, juntas iban a misa hasta las ocho y media que era la hora de desayunar, tras desayunar acudía a clase y tal y como iban pasando las horas cambiaban de clase según la asignatura ya que tenían una clase por asignatura. Tenían cuatro o cinco asignaturas antes del recreo, que ocupaba una media hora y después daban otras dos asignaturas; por la tarde las dejaban estudiar o jugar aunque en ocasiones tenían que hacer una serie de labores.

Su asignatura prefería era historia y casualmente también era la maestra de esta asignatura su maestra preferida: Sor Teresa.  Aprendían la teoría pero muchas de las lecciones las cantaban como por ejemplo los límites de España, los verbos, las provincias…

Sus padres pagaban una cuota mensual por que su hija acudiera a ese colegio. La cuota incluía todo lo necesario para vivir como comedor, duchas, una cama limpia, la enseñanza y los libros necesarios; cuando las alumnas acababan el cuaderno tenían que entregarlo a secretaría para que le dieran otro.

Destaca que fueron los mejores años de su vida que tuvo muy buenos profesores y que años después comenzó la etapa de bachillerato, la cual constaba de 7 años de estudio para posteriormente realizar la prueba de estado, una prueba de acceso a la universidad. Poco antes enfermó de los ojos y dejó de ver con nitidez, de hecho casi que no veía nada.  Consiguió pasarla satisfactoriamente aun con este problema ya que le permitieron realizar el examen de forma oral.

Doña Josefina y alguna de sus amigas querían ser médicas y una de las monjas realizó una excursión a percibir una operación de estomago y a todas se le quitaron las ganas de estudiar para médicas, así que decidió cambiar de idea y estudiar derecho. Estudió primero y segundo  de derecho. En esa época costaba mucho trabajo que las mujeres entraran en la universidad a ella, como era muy buena estudiante y obtuvo una buena calificación en la prueba de estado le resultó “fácil” entrar en la universidad.

Hizo tan solo dos años puesto que pensaba que lo de los ojos sería algo pasajero, pero no fue así y se vio obligada a dejar los estudios.

Doña Josefina recuerda con cariño, como ya he dicho antes esos años y a utilizado su aprendizaje para ayudar a sus cuatro hijos e inducirlos a ser algo más en la vida ya que ella no pudo debido a su enfermedad.

Sarai Rubia Jiménez, 1ºD.

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