jueves, 25 de octubre de 2012

Historia de José Serrano Ortigosa


            Mi nombre es José Serrano Ortigosa nací en el año 1946 y voy a empezar a contar mi etapa escolar.
            Comencé a los cuatro años en la Escuela de “La Señorita Trini” en la Barriada de El Palo (Málaga) que era una sala con algunas mesas en la que estábamos todos revueltos. A los cinco años estuve la Escuela de “La Señorita Pepi” también situado en la Barriada de El Palo. Las dos eran una escuela privada, lo que viene siendo ahora Educación Infantil.
            Desde los seis años y hasta tercero estuve en el Colegio “Diego Vázquez Otero” también privado y situado en El Palo y después me fui al Colegio “SAFA ICET” hasta octavo y me dieron el Certificado Escolar. Y a continuación, decidí sacarme el Grado Medio de Electricidad en la “Escuela Franco” en Málaga (lo que hoy día se llama IES La Rosaleda).
            El colegio estaba a cien metros de mi casa, con lo cual me iba andando. Las clases eran sólo de niños. Los pupitres eran de dos en dos y éramos alrededor de unos 40 alumnos más o menos. Éramos todos más o menos de la misma edad, como mucho, la diferencia que había era de un año. En la primera etapa escolar tuve una maestra y ya, en la segunda, un maestro.
            Con respecto a la figura del maestro, me acuerdo de una cosa que pasaba a menudo y es imposible de olvidar: cuando íbamos a comer, el maestro se iba a beber vino y llegaba borracho a clase. Se quedaba dormido y como lo despertásemos, cogía la regla y empezaba a pegarnos con ella.
            Estudiaba todas las asignaturas como Matemáticas, Lengua, Ciencias de la Naturaleza, Geografía e Historia, Religión aunque mi favorita siempre ha sido Matemáticas. Teníamos todo tipo de materiales como son los libros, una libreta, un bolígrafo, un lápiz, libreta, etc. Teníamos, o por lo menos yo, mucho entusiasmo a la hora de estudiar porque me podría servir y de hecho, me sirvió, para aprender un oficio y así poder trabajar. Con respecto al método de enseñanza, el profesor explicaba la lección, hacías los ejercicios y a continuación o, al día siguiente, examen.
            Mi día normal en la escuela era llegar por la mañana y tenía dos horas de clases, a continuación tenía el recreo, seguía dando clases y después iba al comedor. Comía y volvía a clase hasta las 17.00. Después había actividades extraescolares como Baloncesto y Fútbol y allí estaba todos los días con los amigos.
            Existía mucha influencia religiosa y política; sobre todo en la Escuela Franco. Había que ser Católico, Apostólico y Romano. Había que besarle los pies a Franco.
            La disciplina era muy dura. Recuerdo que los primeros días que estábamos en el taller bajamos para ir al comedor y me salí de la fila para lavarme las manos; entonces fue ahí cuando se dieron cuenta que me había salido de la fila vino el maestro y cogió la regla y me pegó. Estábamos mi “grupito” todo el día castigados, porque hacíamos travesuras a todas horas. Uno de los castigos que nos dieron fue en el taller de electricidad estábamos haciendo un circuito y yo llevaba todos los días tres bocadillos y le dije a mi compañero que fuese a la taquilla a por él; ya había pasado un rato y viendo que no venía porque se estaban comiendo mi bocadillo, decidí atornillar el circuito al tablero y cuando llegó la hora de recoger, el circuito no se podía guardar y cuando el maestro se dio cuenta preguntó quién había sido, nos castigó a todos nosotros.  
            Una de las anécdotas que recuerdo fue cuando Antonio puso unos trabajos sobre Lengua y Literatura. Nos puso en grupo y teníamos que debatir sobre los autores que nos correspondía a cada uno. Al grupo anterior les tocó un autor y no supieron debatirlo. A continuación nos tocó a nosotros hablar sobre Cervantes y más concretamente sobre “El Quijote” así que empezamos a exponer y sacamos un 10. Lo que nos sorprendió o por lo menos a mi, es que con lo traviesos y canallas que éramos sacásemos un 10.
Estuve en la escuela hasta los 17 años hasta finalizar mi Grado Medio de Electricista. Se puede decir que sí me sirvieron los estudios porque sino, no podría haber estado trabajando de ello. No había mucha relación entre padres y profesores porque sino, podría haber seguido estudiando. De mi experiencia escolar destacaría de todo un poco. Era y es una etapa bonita de la vida; y tanto es así que sigo teniendo relaciones con los profesores y compañeros.
Me tuve que salir porque en mi casa hacía falta el dinero y me puse a trabajar de electricista durante cuatro o cinco años hasta que me llegó la hora de irme a la “Mili”. Cuando volví, la empresa había desaparecido entonces decido echar los papeles del desempleo pero me salió una oferta de empleo en la Fábrica de Cementos.
Cuando entro a la fábrica me comunican que mi contrato va a ser por turnos y decidí que como era por turnos, podía tener tiempo para trabajar y estudiar a la vez. Entonces fue ahí cuando decidí volver a estudiar y empecé el Segundo Grado de Formación Profesional en Máquinas Eléctricas y cuando terminé el grado, como no tenía tiempo suficiente porque tenía mucho trabajo, no tenía tiempo para ser perito; no tenía buena base, fue cuando me saqué la Diplomatura de Graduado Social. No he llegado a ejercer como Graduado Social porque estaba fijo en la fábrica y no iba a dejar el trabajo que tenía.
Terminé de estudiar con 30 años y a día de hoy, no me arrepiento de nada de lo estudiado porque todo me ha servido y a todo el mundo el consejo que le doy es que estudien que como no lo hagan, tarde o temprano se arrepentirán.
           



Trabajo realizado por José Carlos Cañete Molina
Curso 1º D Educación Primaria

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