domingo, 21 de octubre de 2012

La infancia de Ana María


Entrevista a Ana María Reyes Santana


Ana María Reyes Santana nació en Almárchar, un pueblo de la Axarquía Malagueña, en el año1942, en el seno de una familia acomodada.

Aunque posteriormente tuvo un hermano, cuando nació Ana María no había más niños ni en su familia ni en la de los vecinos, por lo que recuerda haber sido una niña muy querida. Vivía con su familia en una finca donde todos colaboraban en la recogida de la uva, la aceituna y la almendra.





De la guerra solo conoce lo que le contaba su abuela. Su padre fue voluntario franquista, cosa que su madre nunca le perdonó, ya que la dejó recién casada <<con una mano delante y otra detrás>>. Su abuela le contaba que <<los rojos llegaron a matar en el pueblo a familias enteras>>. Otra curiosidad que le contaba esta señora era que durante la guerra <<los rojos>> saquearon el altar de San José y San Francisco, posteriormente vio como las esposas de estos señores usaban como enaguas los paños del altar. También le contó que durante la guerra no había qué comprar y que quien se encontraba en una situación un poco más desahogada era porque tenía un huertecito.

También recuerda que los maestros en aquella época pasaban hambre, de ahí que Ana María fuera con 4 años al colegio. La maestra de Ana María tenía a dos hijos estudiando en Málaga y necesitaba que  muchas veces le fiasen en las tiendas, algo normal en aquella época. La maestra en agradecimiento por lo bien que se había portado la familia de Ana María quiso que la niña fuese a sus clases a pesar de tener tan solo 4 años.

Hizo la Comunión con 6 años, su tía era su catequista. No se celebraba las comuniones como ahora, de hecho su padre ni si quiera estuvo, ya que se encontraba en Antequera en la siega. Lo celebró con sus compañeros en el Ayuntamiento tomando chocolate y galletas María. Aunque era tradición que todas las  niñas fueran a pedir dinero, su madre le ordenó que fuera solo a las casas de los más allegados.


Lamenta que los niños de hoy en día no puedan salir a jugar solos en la calle y recuerda que en su época las niñas se reunían en la calle para jugar a las “comiditas” con puñados de arroz o de lentejas.

 

Su etapa escolar comenzó a los cuatro años, en el  colegio Público Escuela Unitaria de Almárchar, donde solo iban niñas. Existía otro colegio igual pero para niños. El colegio se encontraba a poca distancia de su casa, por lo que podía ir y venir andando. La clase era como en un salón de una casa.
 

Recuerda con mucho cariño a su primera profesora, doña Luisa. Entró a esa edad porque la abuela de Ana María le hizo un favor a la maestra y ésta insistió para que la pequeña Ana María se uniera a sus clases. A pesar de la corta edad de la niña,  en su clase había compañeras de hasta 14 o 15 años, en total eran unas 30 0 40 niños. En el pueblo había unas 5 o 6 clases de colegios.

Le gustaba mucho ir al colegio y aprender cosas nuevas. Aún posee “el libro gordo” una enciclopedia que utilizaban en clase, también utilizaban cartillas, la pizarra y libretas. Por las tardes se hacía costura o catecismo. De su clase algunas niñas llegaron a hacer carreras. En lo relativo a la historia, solo estudiaban la historia de España y la historia sagrada.

El horario era de diez de la mañana a dos de la tarde y después de tres de la tarde a cinco. También había clases los sábados. No tenían recreo. Recuerda que cuando la Comunidad Europea mandaba la leche en polvo y la mantequilla todas las niñas se juntaban para repartirlas y era una fiesta, a veces tenían que ir al colegio de los niños a por la leche en polvo y hacían todo lo posible para que la maestra las enviara a algunas de ellas.
Había mucha influencia religiosa, pero no se hablaba de política.

Sus maestras le dejaron huella, pero sobre todo Doña Luisa, Doña Ana María y otra profesora, Doña Pepita, que era muy mayor y a la que le gastaban bromas. Dice que había castigos, como ponerse de rodillas, pero a ella nunca la castigaron. Lo que ve mal de aquel entonces es que a quien no le iba bien la castigaban sentándola en la banca larga. La única relación que mantenían los maestros con los padres era como vecinos del pueblo, aunque sí que recuerda que la relación profesor alumno era muy buena.

Estuvo desde los 4 hasta los 16. Reconoce que todo lo que sabe lo aprendió allí. Nunca trabajó, solo recogiendo aceitunas y pasas.

Posteriormente, como adulta, fue a una escuela por las noches. Reconoce que tiene un recuerdo maravilloso de la escuela y que le gustaría volver a estudiar.

 

Realizado por: Cristina Cerván Cuenca

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