miércoles, 2 de noviembre de 2011

Entrevista

El protagonista de mi entrevista es Manuel Aranda Vergara, nacido el 17 de septiembre de 1946.
Actualmente es un hombre casado, con dos hijos, que vive en pizarra.
Cuando era pequeño vivió con su familia en el campo; Comenzó el colegio a los ocho años, ya que
hasta entonces no había ningún colegio en esa zona.
Acudió a clases durante dos años, porque por motivos económicos en su casa tuvo que dejarlo para
empezar a ocuparse de cuidar cerdos y ovejas.
Su colegio era público, era un colegio rural, situado en una barriada conocida con el nombre de “
pollo moro “ , situada a dos kilómetros d su vivienda.
Su colegio estaba centrado en una clase grande en la cuál estudiaban tanto niños como niñas, de
diferentes edades, abarcando desde los cuatro años hasta incluso los doce.
Resulta curioso que a pesar de que las clases eran mixtas, se encontraban divididas en dos partes
separadas por un pasillo. En la parte izquierda, se situaban los niños, y en la parte derecha, las
niñas, siendo un total de unos 80 alumnos aproximadamente.
Había una maestra en la clase, a la cuál los alumnos veían que no se interesaba mucho en que los
niños aprendieran.
En cuanto a los materiales, utilizaban como una especia de enciclopedia en la que principalmente se
hablaba de Franquismo y se la situación política de esa época, una libreta de una o dos rayas, un
lápiz y una goma.
En clase, realizaban operaciones y problemas matemáticos al igual que dictados para practicar la
ortografía.
Para Manuel Aranda, su actividad favorita era hacer sumas y rectas ya que le salían bastante bien.
Él a veces asistía a clases particulares por la noche, de ahí que aprendiera algo más que en el
colegio, según él, sin esas clases no sabría ni leer.
En lo que se refiere al entusiasmo a la hora de estudiar, Manuel reconoce que no había ningun
entusiasmo, sino que estaban deseando que hubiese alguna fiesta para jugar a la rueda con las niñas,
además de eso , dice que los maestros tampoco exigían mucho.
Muchos de ellos si se preocupaban más, y si veían que el niño no ponía interés, llamaba a su padre,
pero esto no era algo muy común.
El profesor se centraba más en dar clase, se sentaba delante e iba explicando las cosas en una
pizarra, Manuel recuerda que su maestra ponía cuentas y problemas en la pizarra y los niños los
hacían allí y al acabar iban para que la maestra les corrigiera, y nunca solían llevar tareas para la
casa.
Manuel asistía al colegio de 9 de la mañana a 2 de la tarde, tenía un descanso entre esas horas,
supuestamente establecido de media hora, aunque Manuel recuerda que siempre se pasaba de la
media hora.
Él recuerda su día a día de una forma muy monótona, se levantaba y se iba al colegio, allí hacían
cuentas con la maestra y en los recreos solían jugar a pelearse con otros niños, o a juegos como el
pilla pilla o el pañuelo.
Manuel nos cuenta que había que comprarle agua a la maestra, y que muchos niños, si tenían cabras
pues le llevaba queso y con estos actos conseguían que si el niño se portaba mal, la maestra lo
dejaba pasar, ya que le convenía que le llevara queso. En cambio había otros alumnos que se
quedaban más alejados y no hablaban tanto con la maestra.
Respecto a hechos que hoy día no se ven en las escuelas, Manuel recuerda que él desplazaba a la
maestra en su moto hasta el tren.
En su colegio no había comedor, ni tampoco actividades extra escolares, al contrario de lo que hoy
día podemos encontrar en los colegios, que prácticamente todos lo tienen.
En su colegio lo que sí es más extraño, es que a la hora del recreo les daban un vaso de leche, pero
esto no ocurría en todos los colegios.
Respecto a las influencias religiosas y políticas, Manuel, comenta que de temas políticos sólo
enseñaban lo que convenía, principalmente centrada en Franco.
Los niños no podían dar su propia opinión, por lo tanto aunque no pensaran de esa manera, nadie
podía hablar mal de Franco.
En cuanto a la influencia religiosa dice que había muchísima, prácticamente toda la enseñanza se
centraba en la religión, es más, comenta que el poder en ese momento lo tenían los curas.
Como método de disciplina, los maestros utilizaban algunos más duros que otros, como por
ejemplo, podían pegar a los alumnos, ya que eran los mismos padres los que les decían que si era
necesario que lo hiciesen, también podían tirarles de las orejas y de los pelos, o también, ya siendo
un castigo más duro, tenían que arrodillarse sobre una capa de garbanzos mirando hacia la pared.
Manuel recuerda que una vez si fue castigado, porque hablaba mucho, y lo pusieron de rodillas
mirando hacia la pared durante un buen rato.
Manuel, su infancia la recuerda con mucho cariño, pero reconoce que los pocos estudios que tuvo,
no le sirvieron para ningún futuro profesional.
En cuanto a la relación entre padres y maestros, existe una gran similitud con la que hay hoy día.
Se organizaban de vez en cuando reuniones, pero al igual que hoy día no había mucha relación entre
padres y maestros.
Para Manuel, un recuerdo fantástico que tiene de su experiencia escolar, es que le encantaban los
teatros que a veces se organizaban en su colegio, siempre asistía a ellos y lo pasaba muy bien
riéndose con sus compañeros.

Realmente me ha encantado la experiencia de hablar con este señor, ya que cada palabra que decía
la pronunciaba como si por un momento volviese al pasado, y se le notaba mucha alegría en la cara
mientras me respondía las cuestiones.
Manuel no es una persona muy mayor, por lo que no resulta tan extraño que recuerde su infancia tan
bien, también me ha parecido un hombre muy educado y bastante simpático.
Por otra parte, creo que esta actividad me ha ayudado bastante, en el sentido de ser capaz de
relacionarme mas fácilmente con personas que no conozco y mantener una conversación con ellas.
Me ha parecido una actividad bastante interesante y entretenida.

María José Berlanga Florido

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