miércoles, 16 de noviembre de 2011

Entrevista.

"HISTORIAS DE AYER"
Entrevistado: Diego Del Águila
Entrevistador: Francisco Del Águila
Fecha de la entrevista: 28 de octubre de 2011
Lugar de la entrevista: Rute (Córdoba)

Diego Del Águila nació en 1934 en un pueblo cordobés llamado Rute, cercano a Lucena. Al primer año de vida perdió a su padre, por lo que la figura paterna le faltó desde el primer momento.

A pesar de que en el pueblo había dos colegios, Diego no pudo asistir nunca a ninguno de ellos porque debía trabajar para mantener a su familia. También había profesores que iban de casa en casa cobrando 1 real por día, pero Diego no se lo podía permitir ya que en aquella época era el padre el que mantenía a la familia. La única educación que recibió fue el aprendizaje de los métodos de trabajo. Debido a esta situación, comenzó a trabajar con 8 años cuidando cabras y cobrando 10 reales mensuales. Tampoco hizo la comunión por falta de dinero. 

Con 14 años comenzó a trabajar plantando pinos en la sierra del pueblo, pero el dinero que recibía era muy escaso, con lo que en estas fechas pasó demasiada hambre. Y para subsistir buscaba aceitunas para después venderlas. Esto hizo que en más de una ocasión recibiera una paliza por parte de la Guardia Civil. Y otro método que utilizaba era el de vender leña por 1 peseta el kilo. Con 18 años no hizo la mili porque era hijo de mujer viuda, lo que, según me comentó, lo agradeció en cierto modo porque así podría trabajar y ganar más dinero para alimentar a su madre y a sus hermanos. 

Curiosamente, piensa que los niños y niñas que nacieron antes de la Guerra Civil (1936) sufrieron más penumbras y calamidades que los niños que nacieron en la post-guerra y en pleno régimen franquista (1941-1978), quienes disfrutaron de una educación "digna" para la época. 

( Por lo que pude observar cuando me contaba estos años de su "infancia", se notaba en la expresión de su cara que había sufrido demasiado para poder, no sólo trabajar, sino comer. De hecho, cuando plantaba pinos él cobraba 15 pesetas por ser peón y el pan costaba 12 pesetas, por lo que subsistía con 3 pesetas al día. En una ocasión quedó endeudado con 6 pesetas y cuando la madre fue a comprar harina para cocinar se la denegaron porque se había corrido la voz en el pueblo de que tenía pagos pendientes. Debido a esto, estuvo sin comer durante 2 días, hasta que saldó la deuda). 

Después de estar trabajando unos cuantos años de este modo, con 20 años empezó a trabajar en la campiña, donde su horario estaba establecido de "sol a sol". Dicha campiña era posesión del terrateniente de la zona, pero fue el mayoral de dicha zona quién realmente le sirvió de ayuda porque le enseño a contar hasta 50 y le enseñó a firmar obligándole a copiar durante meses. Además, como el me comenta, se sentía un privilegiado porque era de los pocos que recibía un poco de leche por su buen trabajo y esfuerzo por parte del mayoral. Todo esto ocurría a espaldas del terrateniente, quién tenía gran influencia social en la zona y "manejaba" a las fuerzas del orden a su antojo. (Al relatarme estos años de su vida, su rostro cambia radicalmente comparado con el que pude observar cuando me contaba su infancia ya que se le notaba una luminosidad y una alegría cada vez que mencionaba al mayoral y a todos los trabajadores de la campiña). Desgraciadamente, cuando su primer hijo nació, no lo pudo conocer hasta los 17 días después de su nacimiento porque si dejaba de trabajar no podía cobrar el resto del mes. 

Cuando me relata esta parte de su vida, le pregunto la influencia política y religiosa que había en el pueblo y me confiesa que la Iglesia tenía demasiado poder y que incluso, si te cruzabas con el cura en cualquier sitio del pueblo, debías pararte y besarle la mano. Si no lo hacías o no te dabas cuenta de que el cura estaba presente, mandaban a la Guardia Civil para que "castigara" a los que el quisiera y aprendieran modales. Y haciendo referencia a la ideología fascista imperante en la época, me comenta que debían guardarse las apariencias demasiado, como mostrar respeto por la Guardia Civil, ya que cualquiera en el pueblo te podía acusar de "Rojo" o "Comunista" y te perseguían hasta encarcelarte e incluso apalearte. 

Años más tarde, cuando Diego tiene aproximadamente 28 años, se marcha a trabajar a las minas de los Pirineos, donde comenzó a construirse la frontera con Francia. En su "escapada" por el norte de la península, también trabajó de bombero (en dichas minas), en Cafrán (Asturias) quitando nieve de la carretera y en Guipúzcua, concretamente en Somaya, haciendo el puerto. Todo esto transcurre durante 6-7 meses, los cuales estuvo alejado, dejando en el pueblo a su mujer y a 2 hijos. Cuando hubo reunido 18,000 pesetas en estos trabajos, volvió al pueblo y se compró una casa (su vivienda actual). Me confiesa que se marchó al norte porque allí pagaban mejor que en Andalucía. 

Habiéndose comprado ya la casa y habiendo vuelto al pueblo, comenzó de nuevo a criar cabras a la edad de 30 años aproximadamente hasta su jubilación, ya que el trabajo de cabrero estaba considerado igual que el de carpintero o herrero. Cuando comenzó de nuevo, tenía 3 hijos y una mujer que alimentar. Por lo que pude deducir, la vida de cabrero es muy dura, trabajando de "sol a sol" e incluso quedándose noches "al raso". Gracias al dinero que ganaba cuidando animales, comenzó a comprar cabras por su cuenta hasta que reunió un rebaño de 75/80 cabras aproximadamente. Cuando las cabras daban a luz, vendía los chivos para conseguir dinero o realizaba trueques con ellos y la leche con otros comerciantes del pueblo. 

Sobre su vida de cabrero me comenta una anécdota un tanto curiosa. Me expone que hubo una época donde se murieron 20 cabras por una enfermedad y que en el corral donde guardaba las cabras había un San Pancracio y por superstición lo estampó contra una calera (donde se hacía la cal) y lo rompió. "Gracias" ha haber roto dicho San Pancracio dejaron de morirse las cabras. Desde entonces pensó que la Iglesia es la culpable de su desgracia y dejó de respetarla hasta hoy día. 

Poco a poco fue aumentando su propiedad gracias al dinero que recibía por vender la leche, vender los chivos, etc., hasta llegar a comprarse una cochera, un nuevo corral y terminar de pagar toda la casa. Además pudo criar y educar correctamente a sus 5 hijos. 

Aunque la tradición de cuidar animales pasó a sus hijos, Diego insistió en que recibieran una buena educación para tener al menos una buena base académica para después poder especializarse en sus respectivos trabajos actuales. 

Diego se pre-jubiló a los 60 años porque trabajó en las minas de los Pirineos construyendo la frontera con Francia. Cuando dejo su profesión de cabrero, como "hobby" se dedicó a cuidar otra serie de animales para consumo propio como cerdos, pavos, gallinas, etc. 

Actualmente, a sus 77 años, Diego vive en aquella humilde casa que se compró cuando era joven, con su mujer, con la que lleva casado 50 años, y recibiendo continuas visitas de sus cinco hijos y nietos que lo quieren de todo corazón, como éste que escribe. 






Gracias abuelo por compartir tus vivencias conmigo. 








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