Una historia para contar.
La persona de la que
voy a hablar a continuación me pidió en su momento que no desvelase su
identidad, pero me daba su consentimiento para publicar su historia. Haciendo
una pequeña introducción, la persona a la qué entrevisté nació el 29 de Febrero
de 1932, año bisiesto.
Me estuvo comentando
que finalmente le concedieron la fecha del 28 de Febrero como día de su
nacimiento, porque sino ahora mismo y dicho por él con cierta ironía tendría 21
años.
Varón, de 80 años,
nació en Cádiz, en Zahara de los Atunes.
Su padre siempre se dedicó a la ganadería y su madre a las tareas del hogar. Tenía cinco hermanos,
dos de ellos murieron tras el estallido de la guerra civil en 1936. Su hermana
al cumplir los 14 años ingresó en un convento de Las Carmelitas Descalzas. Sus
otros dos hermanos más pequeños que él, viven en Ayamonte, Huelva.
Al preguntarle sobre su infancia me respondió: “Fue bonita mientras duró” .A sus cuatro años de edad, tras el estallido de la guerra civil, él y su familia huyeron a Huelva. La situación económica familiar, les impedía obtener un buen salario y tras comenzar la guerra, marcharon a Huelva pagando el viaje con el salario que su padre había obtenido desde hacía cuatro años. Me dijo soltando alguna lagrimilla, “Nos quedamos en la ruina”. Sus parientes onubenses, que tenían una posición un poco más desarrollada, pudieron acogerles por una temporada.
Su madre trabajó en la
panadería que tenía la familia en Huelva. “Nunca tuve la oportunidad de
estudiar”, me dijo. Sus dos hermanos pudieron estudiar en un colegio privado
mientras que el trabajaba con su padre en una granja. Aproximadamente tendría
ya unos diez años. Me estuvo comentando que todos los días les preguntaba a sus
hermanos cual era la sensación que tenían al ir al colegio.”Mis hermanos iban
siempre andando, y lo que me molestaba era que la gente que iba en coche les
mirasen diciendo que eran pobres”. Tras contarme esta anécdota me dijo que uno
de sus hermanos le enseñaba matemáticas por las noches mientras los demás
dormían, y que una noche su padre les pilló con las manos en la masa. “Mi padre
no era cruel, lo que pasa es que no se podían permitir pagarle la escuela a
otro más”. En esos años aprendió a leer y a escribir.
Un día llego su hermano
llorando y le dijo que en el colegio le habían pegado, él, le preguntó por el
compañero que le había pegado, y su hermano le respondió que no había sido
ningún compañero, sino que había sido un profesor, por entrar a clase con un
cordón desatado.
“Mis hermanos llegaban
todos los días llorando a casa”, afirmando, me dijo que esa era la ventaja de
no ir a la escuela.
Le pregunté por los
castigos que recibían sus hermanos en la escuela y él también en su casa.
“Los castigos típicos
que ahora parecen inadecuados, son los que antes se consideraban más eficaces”
me dijo. Su hermano llegó un día de la
escuela con unas marcas en las rodillas. El castigo consistía en situar bajo
las rodillas dos garbanzos crudos, y que el niño se pusiese de rodillas.
Le pregunté por la
educación de ahora, y me dijo que aun que él no entendía de esto porque no fue
a la escuela, por lo que veía en la televisión, pensaba que los niños de ahora
son más rebeldes y que los profesores se dejan hacer.
También le estuve
preguntando si había notado algún cambio en la forma de educar de su padre,
hasta incluso la suya con sus propios hijos.
“Mi padre continuamente
nos pegaba, debe ser por la época, yo con mis hijos, te puedo decir que alguna
que otra vez habré usado mis manos, pero muy poco”.
Me contó una anécdota
impresionante de su hermano. “Mi hermano siempre decía que lo bueno de la
escuela era que a las doce en punto, paraban las clases para ir a rezar,
supongo que sería un poco aburrido”
Quise saber qué momento
fue el más feliz para él, y me respondió que no tuvo un solo momento feliz, que
a pesar de haber sufrido, algo había cambiado las tornas.
“Uno de los momentos
más felices de mi vida fue cuando nos compraron parte de las tierras de Cádiz y
pudimos tener una mejor vida todos mis hermanos y yo.”
“Otro gran momento fue
el día en el que conocí a la señora que tienes a mi lado (se emociona), que ha
compartido grandes momentos conmigo”.
“He vivido grandes
momentos, pero sin dudarlo el más bonito fue cuando pude ir a visitar a mi hermana al
convento después de no verla desde hacía ya 20 años”
“Y el que más me gusta, y aún lo sigo disfrutando es el
momento en el que quise tener una familia y aún sigo teniéndola”.
Como conclusión, pienso que la escuela en aquella época era
bastante distinta que la de hoy en día. Accedían a ella los más privilegiados.
También estoy de acuerdo con lo que dice esta persona sobre que los profesores
se dejan hacer, pienso que se está perdiendo en algunos casos la autoridad y el
respeto hacia el docente.
Quisiera resaltar el gran esfuerzo de esta persona, que
después de sacar a sus padres y hermanos adelante, trabajó duro para que sus
hijos pudieran llegar a estudiar una carrera universitaria, y lo que es más
importante, ver a sus nietos en la escuela disfrutar, que era lo que él
anhelaba.
Pienso que gracias a personas como estas hacen que me guste
cada día más el mundo de la educación.
Gonzalo Ibarra Morell, 1º Grado Pedagogía, Grupo: B.
Gonzalo Ibarra Morell, 1º Grado Pedagogía, Grupo: B.
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