HISTORIAS DE VIDA
Mi
abuela, Rocío Ruiz García nació el día 4 de Octubre de 1934, en Algarrobo, un
pueblo de la comarca de la Axarquía, Málaga.
En
su época se encontraba el Régimen dictatorial de Franco, en el cual existían
muchas guerras y se pasaba mucha hambre.
La
sociedad de esa época no se parecía en nada a la actual ya que ahora estamos
muy igualados y en esos tiempos los
ricos estaban muy separados del mundo de los pobres e incluso parecía que
vivían en mundos diferentes. “Los pobres eran invisibles para ellos”, dice mi
abuela.
Ella
comenzó a ir al colegio cuando tenía 3 o 4 años. Con esta edad su padre
ya había fallecido y su madre se había quedado viuda. Antiguamente las
personas viudas tenían más dificultades para seguir adelante y poder mantener a
sus hijos ya que actualmente en nuestra
sociedad las situaciones para estas
personas es más fácil porque le
ofrecen ayudas “paguillas”, como ella
dice.
El colegio
al que asistía era una casa alquilada
del pueblo con muchos balcones que daban a la calle; “no se parecía en nada a
los colegios de hoy en día”. Era público y se llamaba José Gil López, de hecho
esa casa ha sido reformada y se ha construido un colegio, el cual actualmente
es utilizado por todos los niños del pueblo e incluso yo he estudiado en él.
Éste
se encontraba cerca de donde mi abuela vivía, más o menos a 5 minutos de su
casa por lo que iba andando, y no había comedor ya que como dice mi abuela
antes no existían tantos lujos, pero sí que existía alguna que otra actividad
extraescolar.
El
colegio tenía gran influencia religiosa ya que se pretendía que todos llevaran
a cabo la catequesis para después
realizar la comunión.
Las
clases se impartían en las habitaciones de la casa en las cuales había muchas
sillas y una pizarra.
En
ellas había alrededor de 14 o 15 alumnos
por cada clase y no existía mucha diferencia de edad entre
sus compañeras, la mayoría de ellas
tenían su misma edad. Estas clases no
eran mixtas, los hombres se encontraban separados de las mujeres.
Tenían
un solo maestro/a por clases. Ella como era niña, tenía una maestra.” ya que
las maestras daban a las mujeres y los maestros a los hombres”, dice mi abuela.
La
recuerda como una persona joven, alegre y a la que trataban con mucho respeto. En su caso, mi abuela tenía muy
buena relación con su profesora. El método de enseñanza que utilizaba ésta era
primeramente una explicación y luego le ponían ejercicios.
Mi
abuela dice que la mayoría de sus compañeras eran buenas estudiantes y también
tenían la suerte de que su maestra les ayudaba mucho.
Las
asignaturas que estudiaban en el colegio eran Matemáticas y Lengua y la que más
le gustaba eran las matemáticas y sobre todo los problemas, y Los materiales
escolares que usaban eran libreta, lápiz y una goma ya que los libros estaban
en la escuela.
Su
horario era de mañana y tarde. Las clases comenzaban a las diez la mañana hasta
las dos de la tarde y luego comían rápidamente y volvían a clase desde las tres
hasta las cinco de la tarde.
La
mayoría de los días hacían lo mismo en clase atendían y después hacían los
ejercicios , pero había excepciones, algunos días hacían algún teatro.
La
disciplina impartida en las clases dependía del comportamiento de los alumnos,
como ella tenía muy buen comportamiento no sufrió ninguno de estos castigos
pero los castigos comunes q imponían a sus compañeras eran
palmetazos en las manos, la ponían de rodillas o incluso la dejaban encerrada
en otra sala.
En
las clases no existía ninguna relación
entre padres y profesores. Sin embargo la relación maestro- alumno desde su
punto de vista era muy buena y estaba contenta con su profesora, porque ella
tenía buen comportamiento en clases y realizaba las tareas y no le ponían
ningún castigo. Los alumnos nunca exponían su opinión a los maestros para que
estos no se molestasen, tan solo le
preguntaban dudas.
Mi
abuela estuvo tan sólo ocho años en la escuela
ya que a los once años perdió a su madre y se quedaron solas ella y su hermana y
como ella era la mayor y la más responsable tenía que trabajar para poder
seguir adelante, aunque ella dice que la relación con su hermana no era muy
buena ya que la pequeña era muy traviesa y nunca le quería ayudar a nada, por
lo que montó en su casa una pequeña tienda donde vendía de todo un poco para
poder comer.
Más
tarde se casó con mi abuelo y comenzaron los dos a trabajar.
Al
abandonar los estudios y comenzar a trabajar éstos no le fueron muy útiles pero
cuando era más mayor comenzó a ir a clases que se ofrecían en el pueblo por las
tardes para continuar estudiando; la escuela de adultos.
Como
anécdota recuerda una comedia que hicieron en clase llamada “el pescador” en la
cual ella actuaba en el papel de “Señorita que iba a comprar el pescado” y aún
recuerda una parte de su papel que decía así:
Señorita:
“ Mandusia , shhhhh shhhhhh ….¡¡Ehhh pescador!!
Pescador:
Mandusia, buenos los tenga usted prenda.
Señorita:
Mmm…. Morrañas
Pescador:
Morrañas son alma mía, para ese rostro y esa cara, los cogí al romper el día a
la orilla de la playa.
Para
finalizar Rocío dice:
“Hoy
en día me siento afortunada de haber podido estudiar esos años ya que a pesar
del poco tiempo que estuve aprendí a
leer, estudiar, escribir y hacer cuentas.”
Realizado por: Rocío Pastor Guerrero
1º Grado de Pedagogía. Grupo Tarde 1.
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