La
persona a la que entrevisto tuvo bastante suerte comparada con otros casos ya
mencionados en este blog. Esta persona prefiere mantener su anonimato en esta
entrevista por lo que no se mencionará su nombre en ningún momento aunque sí
datos personales.
Nació
en 1959 y pudo estudiar desde los cuatro años hasta los catorce en el Colegio
Agustinos de Málaga (más tarde continuó sus estudios), un colegio privado
masculino que contaba con treinta alumnos aproximadamente por clase, todos de
la misma edad. Era un colegio religioso en el que la clase la impartían curas
que daban todas las asignaturas asignadas de la época. Entre estas asignaturas
se encontraban las comunes a hoy en día como matemáticas, geografía, gramática,
historia universal… Otras ya desaparecidas son historia sagrada, (en la que
estudiaban básicamente la biblia) o formación del espíritu nacional, que
trataban la política con niños que no superaban los doce años…
El horario escolar comprendía entre mañana y
tarde: 9 am-1 pm y de 4 pm a 7pm, la escuela no tenía comedor, por lo que los
estudiantes tenían que comer en sus casas y volver de nuevo a clase. En el caso
del entrevistado no fue este un problema ya que vivía a 300 m y se desplazaba
andando.
El
entrevistado recuerda el colegio como un patio rodeado de columnas y una gran
iglesia barroca. Su clase, llena de pupitres de madera con un orificio para la
tinta, y colgado en la clase un crucifijo
y un mapa de España. Como material escolar usaban lápiz, goma, plumier…
El
maestro utilizaba como método de enseñanza la violencia verbal y psíquica,
llegando a humillar públicamente a muchos compañeros y no transmitía entusiasmo
para el estudio. La disciplina era muy dura y los castigos eran algo matutino.
Él sufrió un castigo leve, comparado con el de sus compañeros, en el que se le
propiciaron dos guantazos por balancearse en una barra de hierro. Existían
otros castigos como colocarse de rodillas y poner los brazos en cruz, pegar a
los alumnos con correas de cuero, golpes con un silbato de hierro en la cabeza…
La figura del maestro era como siniestra y amenazadora, en el que este antiguo
alumno opina que había un exceso de autoridad y abuso. En ningún momento
cualquier alumno podría exponer su opinión ya que sería castigado con algunos
ejemplos anteriores.
Alguna
anécdota que recuerda a nivel de castigo era como los niños gritaban un: ¡Toma!
Cada vez que el maestro le daba con un látigo a algún alumno, y si hacía el
intento pero no llegaba a darle y alguno gritaba se le pegaba con ese látigo
también. Aquí se puede ver reflejado la normalidad con la que los niños
observaban el castigo.
Otra
pequeña historia es la de un alumno que confesó que Recio, otro alumno, hizo
trampas jugando al futbolín. Cuando estaban todos formados el cura llamó a
Recio y comenzó a darle latigazos pero el primer alumno le comunicó que era
Díaz Recio no García Recio. El cura inmediatamente llamó al otro niño y comenzó
su castigo. No hubo ningún gesto de compasión, ni mirada ni disculpas para el
niño ``inocente´´.
Lo que
más destacaría el entrevistado de su trayecto en la escuela es la excesiva
influencia tanto religiosa como política en la educación, que en su caso hizo
el efecto contrario a lo que le impartían en el colegio.
Aquí termina una de tantas historias de niños y niñas que vivieron una educación diferente a la de hoy en día pero sobretodo muy abusiva y dura.
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