Conchita
Maroto Álvarez es una señora que nació en 1937
en Fornes, un pueblo situado a 50 km de Granada. Eran cinco hermanos y
nació en un molino de harina que abastecía de pan a toda la comarca. Acudió al
colegio durante la posguerra, época de grandes penalidades.
Empezó a
ir a la escuela de este pueblo cuando tenía cuatro años. Esta escuela consistía
en un edificio de dos plantas y de carácter público. Acudía andando desde su
casa al centro diariamente.
El
colegio no era grande, tan solo tenía dos habitaciones, una para los niños y
otra para las niñas las cuales eran amplias, con grandes ventanas y amuebladas
con la mesa del profesor en lo alto de la tarima, varios pupitres y mesas y
sillas para los más pequeños. En la pared había un crucifijo enorme, una foto
de Franco y otra de Primo de Rivera.
Su aula
no era mixta, había unas 40 o 50 niñas de todas las edades, hasta los diez años, que era cuando salían de
la escuela para trabajar, o si tenían
más dinero y sus padres querían, iban a Granada a seguir su educación.
Los
niños tenían un maestro y las niñas una maestra. Estos maestros eran los mismos
todos los años. Las niñas de esa escuela recuerdan con mucho cariño a su
maestra, de la cual todas a las que he entrevistado recuerdan su nombre (Doña
Elvira García), la cual era familia de
mucha gente del pueblo. Lo más normal en esta época y estos pequeños pueblos
era que el maestro y la maestra estuvieran casados, pero no era el caso.
Su relación con la profesora era buenísima ya
que vivían al lado y el pueblo era pequeño. En la imagen se ve a Doña Elvira en blanco (maestra) junto a
la madre de Conchita.
En la
escuela tenían una cartilla y aprendían el abecedario, a restar, sumar,
multiplicar, dividir y sobre todo el catecismo. En esta época no le llamaba la atención los
estudios, pues tenía que ayudar en el
molino y el resto del tiempo prefería jugar.
En
cuanto al método de enseñanza, la entrevistada dice que era el mismo que hoy
día, pero a lo largo de la entrevista pude deducir que era muy autoritario y
totalmente magistral, donde los alumnos jugaban un papel totalmente pasivo.
Se levantaba a las ocho y media, desayunaba, se
preparaba con sus hermanos y acudían juntos acompañados por una mujer al colegio,
que comenzaba a las diez. Esta señora era la encargada de hacerles la comida,
acompañarlos, recogerlos al medio día a las una y de darles el almuerzo en la
casa que ella tenía en el pueblo, llevarlos de nuevo a la escuela a las tres
horas y recogerlos a las cinco horas para volver a llevarlos al molino.
Al entrar en clase lo primero que hacían era
rezar un padre nuestro un gloria y un ave maría. Empleaban diferentes
materiales; entre ellos la pizarra, el pizarrín, lápiz, goma, sacapuntas,
caligrafías y lápices de colores entre otros. Los jueves no tenían clase por
las tardes pero el sábado por las mañanas tenían que ir. Una curiosidad de su
escuela era que las alumnas más avanzadas ayudaban a las más pequeñas.
En la
escuela no realizaban actividades extraescolares, como tales, aunque los
maestros daban clases particulares por la tarde, cobrándolas, tampoco disponía
el colegio de comedor.
Existía
una amplía influencia religiosa constantemente visible, ya que rezaban todos
los días varias veces, era de obligado cumplimiento asistir a misa, se
estudiaba el catecismo, la historia sagrada y había un crucifijo en todas las
clases.
En
cuanto a influencia política, aunque la entrevistada dice que no había
ninguna, el simple hecho de tener un retrato de Franco y de Primo de Rivera ya
es visible la influencia existente.
De
pequeña no realizaba grandes gamberradas y los castigos eran ponerse de
rodillas, o mirando a la pared y que no eran castigos demasiado duros.
A esta
escuela acudió durante unos tres años, ya que después se fue a vivir a Granada.
Los
conocimientos que adquirió durante la escuela le sirvieron para tener una fácil
adaptación al nuevo colegio, al que
acudió en Granada.
La relación entre padres y profesores era muy
buena, entre otras cosas porque eran
casi familia y en un pueblo de ese tamaño se conoce todo el mundo. Además los
padres de Conchita tenían el molino que abastecía de pan a toda la comarca.
A la
pregunta de si recuerda alguna anécdota, responde que muchas, pero casi ninguna
trata de forma directa de la escuela. Tan
sólo recuerda que, como la casa de la maestra colindaba con la escuela, la
profesora abría la puerta de su casa
para que el calor de su chimenea caldeara la clase.
No todos
los niños de su pueblo estudiaban, ya que los padres los ponían a trabajar, por
eso había muchas más niñas escolarizadas que niños. Sin embargo las niñas si
terminaban los años de escuela que se impartían en su pueblo.
Al
preguntarle si había diferencias entre las asignaturas de las niñas y la de los
niños dijo, que no, pero las niñas por las tardes hacían costura mientras que
los niños reforzaban los conocimientos ya dados.
Para los
padres suponía un gasto que sus hijos
acudieran a la escuela, no muy grande, pero al tener que comprar materiales,
por pocos que fueran, costaban algo y además el tiempo que sus los jóvenes
estaban en la escuela , en vez de trabajar, era mano de obra que perdían y
tenían que pagar.
No
valoraba ningún material escolar más que otro, todos los valoraba por igual.
No todos
los compañeros, que empezaron la escuela la terminaron, cada uno debido a diferentes
causas.
No
tenían patio de recreo, salían a la calle a jugar en un pequeño descanso que
tenían por las mañanas y jugaban a la balde, que es un juego algo más complejo que el quema
o el mate pero muy similar, a la rayuela ( también conocida en Málaga como piso),
a la comba, a la gallinica ciega y muchos más.
(Grupo de niños de la escuela)
No
aprendieron ningún idioma, no llevaban uniforme, no aprendían a tocar ningún
instrumento y no había biblioteca. La religión era obligatoria al igual que
asistir a misa.
Opina
que hay una gran diferencia entre la escuela a la que ella fue y a la que fue
su hijo.
Si había
controles sanitarios, les ponían en la escuela vacunas de las cuales todavía
tiene las cicatrices, pero sin embargo no había programas sanitarios.
Tras
salir de la escuela de Fornes, estuvo
varios años interna en Las Carmelitas de
Granada, con su hermana. Cuando cumplió
diez años entró al colegio de Santo
Domingo, también en Granada, el cual era
privado y se encontraba a diez andando desde su casa.
El
colegio de Santo Domingo era grande, con todo de mármol, con un enorme ojo de
patio cuadrado en el centro, en el que había un jardín y una fuente. En la
parte de abajo había galerías que daban por un lado al ojo de patio y por otro
a las clases. En esta galería había imágenes de santos. En su clase había dos
ventanas muy grandes que daban a la calle, y al igual que en la escuela de
Fornes, había una tarima sobre la que estaba la profesora y en la pared había
un crucifijo, un retrato de Franco y otro de Primo de Rivera.
Al comenzar
sus estudios en el colegio les hacían
una foto con toda su clase (izquierda) y al finalizar sus estudios, les hacían
otra (derecha). Abajo muestro las fotos de la promoción de la entrevistada.
A
diferencia de la escuela de Fornes, todas las niñas de su clase tenían la misma
edad y había diferentes clases para los diferentes cursos. Se trataba de un
colegio en el que las clases no eran mixtas. Los niños daban clase en la planta
baja y las niñas daban clase en la primera planta, llegando al extremo de que
no compartían los mismos horarios de descanso. Había unas treinta y cinco niñas
por clase y tenían una profesora (Sor Petra) que le dio clases todos los cursos, por las mañanas. Por
las tardes tenían otra profesora. (Todas las profesoras eran monjas).
Había
profesoras con diferentes caracteres.
Daban el
catecismo, geografía, matemáticas, caligrafía, lectura y educación física entre otras.
Había
diferencias entre las asignaturas de las niñas y la de los niños. Mientras que
a las niñas les daba educación física una monja, a los niños se la daba un policía
nacional y por las tardes las niñas aprendían a hacer labores del hogar,
mientras que los niños no.
El
método de enseñanza era autoritario y de clase magistral, las profesoras
dependiendo de la asignatura se ayudaban de mapas o de la pizarra para impartir
la clase.
No
utilizaban pizarrín, sino libretas, lápices, goma y sacapuntas. El tintero lo
usaban cuando llevaban dos años en el colegio y tanto el tintero y la pluma se
la proporcionaban las monjas.
El
horario del colegio era igual que el de la escuela, dando clases por la mañana y por las tardes,
siendo el horario de diez a una y de tres a cinco.
Antes de
entrar a clase formaban a los niños/as en filas por cursos, después entraban a
clase, rezaban y daban clase. Tenían un pequeño descanso de once y media a doce
menos cuarto.
Realizaban
muchas excursiones, sobre todo a la Alhambra. El colegio disponía de comedor
para las internas que vivían en el colegio
o para las mediopensionistas, que
eran aquellas que no podían ir a su casa a comer y volver a tiempo para empezar
de nuevo las clases a las tres. También se impartían clases de piano y clases
particulares por las tardes.
Los
castigos no variaban con respecto a su escuela de Fornes. La castigaban con copias, mirando a la pared o
de rodillas.
Estuvo
en el colegio de Santo Domingo unos ocho años. Estos estudios le sirvieron
porque aunque no llegara a trabajar nunca, al emigrar a Alemania llevaba una
cultura mínima.
La relación con los padres era muy fluida ya
que cada mes o menos citaban a los padres para informar del desarrollo de las
alumnas.
No se
atrevían a rechistar al profesor, (cuando le hice esta pregunta se llevo las
manos a la cabeza diciendo que eso era impensable), pero si embargo la relación
con sus profesoras la califica de buena.
En
cuanto a anécdotas recuerda, que pedían ir al servicio o a beber agua, con tal
de estar las amigas un rato juntas o dar un paseo.
Al
preguntarle si estudiaban todos los niños en su época responde que si, que en Granada todos los niños estudiaban por ser
la ciudad y no tener que ayudar en el campo. Era diferente al pueblo.
Le
pregunté que si había más niños
escolarizados y por qué y me respondió que había más niñas, al menos en su
colegio, ya que preferían las niñas a
los niños, es decir, que aunque fuera mixto el colegio, no las clases,
preferían enseñar a niñas y que los niños fueran a otros colegios específicos para niños.
La
diferencia que había entre las asignaturas de los niños y de las niñas, era que
ellas daban costura y una educación física más ligera, por así decirlo, con respecto a la que recibían los niños.
Para los
padres suponía un gran gasto que sus hijos estudiaran, ya que los colegios eran privados.
Su material
escolar más preciado era el lápiz y extrañamente la pluma, el que menos, ya que
dice que le manchaba mucho.
Tenían
un patio de recreo , en el que jugaban a
la balde, al corre corre y más juegos.
No
estudiaban ningún idioma y si usaban uniforme, como el que vemos en la
fotografía.
Los domingos a ese uniforme le ponían
una capa y diferentes adornos para ir a misa. Aquí está Conchita con este
uniforme.
Las
fotos muestran las dos caras de las medallas del colegio.
La
religión era obligatoria. Rezaban todas las tardes el rosario rezando los todos
los misterios. Por cada misterio rezaban un padre nuestro y diez aves marías.
En cuaresma hacían los ejercicios espirituales que consistían en leer un libro
religioso, meditar sobre él y comentarlo.
Había
una gran biblioteca y se aprendía a tocar el piano, si se pagaba. Y en cuanto a
controles sanitarios y alimentarios si había.
Los
controles sanitarios consistían en llevarlos a ponerles la vacuna, según pusiera en la cartilla de vacunación. Los
controles alimentarios eran aún mayores, tenían un amplio control de los
alimentos a los que eran alérgicos los diferentes alumnos y le daban charlas
sobre alimentación entre otras cosas.
Cuando
terminó el bachiller tuvo que hacer el Servicio Social, tras el cual se podía
acceder a estudios superiores, los
cuales ella no pudo cursar porque tuvo que volver a Fornes a ayudar a su padre.
Sin embargo, su hermana hizo magisterio y su hermano ingeniería agrónoma.
Recuerda
el nombre de uno de sus libros. “La enciclopedia Álvarez” en la que se trataban
todas las materias como veremos en las fotografías que hay a continuación y el catecismo.
Lengua. Religión.
Historia. Química.
Geografía. Educación Artística.
Física. Biología.
Matemáticas y arte.
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