lunes, 31 de octubre de 2011

Práctica nº 2. Narración de un hecho histórico.


Datos de la persona entrevistada
Nombre: María Moral Sánchez
Edad: 89 años
Fecha de nacimiento: 22/05/1922
Lugar: Castillo de Locubín (Jaén)
Contexto histórico: reinado de Alfonso XIII, dictadura de Primo de Rivera, Segunda República Española.

Planteamiento de la actividad
Voy a dividir la práctica en varios bloques, distinguiendo así los principales datos de la escuela a la que acudió y a qué edad, la estructura de la escuela, los materiales que utilizaban, el día a día de los alumnos en clase, los castigos y una pequeña opinión personal sobre el trabajo.

-Datos principales
María comenzó a ir a la escuela en el año 1928 a la edad de 6 años, la edad mínima a la entraban los niños a la escuela en esa época. Ella no los tenía cumplidos cuando empezó el curso ese año, y gracias a que sus abuelos vivían en frente de la escuela y tenían muy buena relación con la maestra la dejaron entrar en la escuela, pero no la apuntaron en la lista de alumnos hasta que cumplió los 6 años. El colegio era público y sólo de niñas y la maestra se llamaba Doña Dolores. 

En el pueblo había tres escuelas de niñas y tres de niños, de unos cuarenta alumnos cada una aproximadamente y comprendidos entre los 6 y los 14 años. No era obligatorio que fueran a clase, pero su padre fue también a la escuela y mostró interés en que ella hiciera lo mismo. Terminó la escuela en junio del año 1936, con 14 años que era la edad límite, y justo el 18 de julio de ese año hubo un golpe de estado que desencadenó la Guerra Civil Española que duraría hasta el 1 de abril de 1939. María había terminado sus estudios justo antes, por lo que éstos no se vieron afectados por la guerra, pero esto si afectó a aquellos niños que se quedaron sin escuela durante tres años. En cuanto a su época de estudiante el único cambio importante se produjo cuando se proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931, ya que quitaron los crucifijos en su escuela y en las demás, dejaron de estudiar religión y ya no se rezaba el rosario. 

-Estructura de la escuela
El colegio no tenía un nombre en sí, ya que ni tan siquiera era un colegio como tal. Unos niños daban clase en locales que eran propiedad del ayuntamiento (un total de dos), y otros en casas particulares de maestros, y todos estaban separados unos de otros. Ella daba clase en uno de los locales, en una habitación rectangular muy grande que tenía varias ventanas y una de ellas al fondo,  una reja, pupitres con dos asientos y tablero inclinado, y tinteros con plumas para escribir.
En total había tres pizarras: una en la que la maestra escribía con tiza el abecedario para los más pequeños, otra con los números hasta el 50, y otra más grande para la maestra. Ésta  tenía una mesa grande con cajones y se encontraba al mismo nivel de los niños, no había una superficie elevada para ella. Hay que recalcar que ella siempre tuvo una maestra, ya que debía de ser así, y en los colegios de niños siempre había un maestro. Recuerda que tuvo tres maestras en total, que eran cariñosas pero tenían mucha seriedad y autoridad a la hora de enseñar. En general eran agradables y tenían a sus alumnas preferidas, entre ellas María, que se encargaba de pasar la lista de los alumnos, ayudaba a los más pequeños cuando ya era de las mayores de la clase e incluso la maestra le pidió alguna vez que le hiciera varios recados.

-Materiales
Las más pequeñas utilizaban para escribir una tiza blanca y las mayores tenían una pizarra pequeña e individual con pizarrín y un trapo para borrar. Esta pizarra les servía para hacer problemas o escribir dictados, pero después lo debían pasar todo a limpio con la pluma y la tinta a un cuaderno. En cuanto a libros, las pequeñas tenían una “cartilla” que les servía para aprender a leer y a escribir el abecedario y las mayores tenían unas enciclopedias que llamaban “el catón”. El catón estaba dividido en cuatro libros correspondientes a cuatro grados de enseñanza y estaba separado por materias: aritmética, geometría, historia de España, geografía y lengua española, y ya no había religión porque la quitaron con la Segunda República, como dije anteriormente. Había un libro para cada dos niñas, y se lo proporcionaban en la escuela, sobre todo a las más mayores, pero los tenían que cuidar muy bien porque los debían entregar al final del curso. Cuando los devolvían les entregaban uno nuevo para el curso siguiente y si entregaban el libro en mal estado lo tenían que pagar, cosa que María no tuvo que hacer porque dice que los cuidó muy bien. 

-Descripción del día a día en la escuela
María iba andando al colegio y tardaba tres o cuatro minutos. La clase comenzaba a las 9 y terminaba a las 1, y luego se retomaba de nuevo de 3 a 5 de la tarde, de lunes a sábado (día en el que rezaban) y a excepción de los jueves por la tarde que no tenían que ir. Al entrar los más pequeños copiaban en la pizarra lo que la maestra decía haciendo así una muestra de su caligrafía y mostraban con ello si iban aprendiendo o no. Los mayores, que eran unos diez aproximadamente, cogían su pizarra y hacían dictados y problemas. Después leían y la maestra les preguntaba la tabla de multiplicar u otras cuestiones de historia o geografía. La maestra se centraba en explicar la lección a los más grandes y éstos a los más pequeños. Todas las tareas se hacían en clase y en casa sólo tenían que aprenderse la lección de memoria ya que al día siguiente la maestra iba preguntando para ver quién se la sabía. A veces les enseñaba a escribir cartas de amor o cartas para felicitar un cumpleaños, entre otras cosas, y también canciones. No hubo recreo hasta el tiempo de la República, en el cual les dejaban hacer un descanso a las 11:30 hasta las 12, pero siempre dentro de la escuela, donde pasaban a un salón vacío y allí jugaban o hacían una especie de teatro pero sin intervención de la maestra.  
No había comedor ni actividades extraescolares pero había unas escuelas particulares de pago por la noche para los niños que tenían que trabajar por la mañana en tareas agrícolas y no podían ir a la escuela.

-Castigos
María dice que en su escuela no había muchos castigos, pero en las de los niños sí eran más frecuentes. El principal castigo era hincarse de rodillas y sujetar varios libros con las manos durante un tiempo, y otro, aunque menos habitual, era dejar a la niña encerrada allí en el colegio al salir durante una hora más o menos hasta que la maestra volvía para sacarla. También les pegaban a veces en las manos con una especie de “palmeta” de madera por no saberse la lección, por no estar atenta a la explicación o por pelearse con las demás niñas. Como anécdota me cuenta que ella y otras niñas tenían el poder de dar pellizcos a las que se equivocaban en clase o no atendían por petición de la maestra. También me recalca que a ella nunca la castigaron porque se portaba muy bien en clase y nunca faltaba, con lo que se ganó la confianza de la misma.  

-Opinión personal
En mi opinión, María tuvo bastante suerte ya que pudo disponer de una educación (la de la época) y pudo aprender gracias a ello a leer y escribir, lo que para muchos fue imposible por falta de medios y por tener que ayudar a sus padres desde muy pequeños. Ella sabe comunicarse perfectamente con cualquier persona con gran variedad de vocabulario y la verdad es que me ha sorprendido su buena memoria, acordándose de fechas exactas y sin dudar ni un momento. La noté muy feliz recordando esos tiempos y pienso que serán de los mejores que ha pasado pues después no estudió nada más y se dedicó a coser y a las tareas domésticas. En cuanto a su escuela no puedo negar que desconocía tanto el famoso Catón, que supongo que de ahí vendrá el refrán que dice: “eres más viejo que el catón”, como que daban clase incluso los sábados o esos castigos tan crueles como dejar a un niño o una niña solos en la escuela durante una hora o más.
En definitiva, me ha gustado mucho esta actividad y me ha aportado conocimientos del pasado y de la escuela de aquella época que sin duda recordaré.



María Collado Gutiérrez

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