martes, 25 de octubre de 2011

Entrevista

JULIA MARÍA ALVAREZ VILLANUEVA

INTRODUCCIÓN
En la entrevista que a continuación va a ser expuesta (la información obtenida será escrita íntegramente) podremos observar la gran diferencia, en cuanto a educación escolar se refiere, existente entre las épocas pasadas y la actualidad.

ENTREVISTA
Datos del entrevistado
Fecha de nacimiento: 27/ 05 / 1937
Nacionalidad: Española.
Ciudad: Córdoba.
Provincia: Córdoba.

Desarrollo de la entrevista
Nos remontamos a 1937, año en que nació la persona entrevistada. Sin embargo, tenemos que avanzar cinco años en el tiempo (1942) para sumergirnos en la educación del mismo.
El entrevistado destaca la situación en la que España se encontrada en aquel momento: recién acabada la Guerra Civil e inmersos en el seno de la dictadura franquista.
Cursó sus estudios en el colegio privado y religioso “Salesianos”, Córdoba, desde los cinco años hasta los doce. Debido en la precaria situación económica que su familia vivía en aquella época, el centro se lo costearon unos tutores (amigos de la familia que tenían ciertos contactos en éste, así como una economía algo más desahogada).
En primer lugar, destaca la escasa distancia que separaba su casa del lugar de estudio. Gracias a ello, podia desplazarse andando sin ningún tipo de problema.
Describe el colegio como en gran espacio dividido en dos partes: una destinada a los “ricos”, es decir personas de elevado nivel adquisitivo; y otra destinada a los “pobres” o personas de clase media-baja (a la que el entrevistado pertenecía). El recreo y la capilla eran los mismos para ambos grupos; sin embargo, nunca se encontraban en dichos recintos (acudían en horarios diferentes para que no se “mezclaran”).
A lo que a su aula se refiere, afirma que era de un tamaño lo considereblemente grande como para poder ser ocupada por 30 ó 40 alumnos. Cada uno de éstos contaba con un pupitre de madera, algo inclinado y con un hueco en el que poder encajar el tintero que a cada uno le correspondía. Al hacerme referencia a este elemento, el entrevistado desvela la forma de escritura: utilizaban una pluma (antecesora del bolígrafo) entre las que podían distinguirse dos clases (la gallo y la de corona). Al hablar de ella, recuerda cómo recibió la primera, aquella que sería de su total propiedad: al obtener el primer premio de caligrafía inglesa, algo que confiesa adorar aún en nuestros días. En cuanto al papel que utilizaban, recuerda que se llamaba papel de barba ( de color blanco, con unas letras incrustadas en las que se podia leer la palabra que le otorga su nombre, el dibujo de un galgo y algo más grueso que los folios actuales).
En cuanto a la figura del profesorado, destaca el respeto con el que les debían tratar (siempre de usted y anteponiendo a sus respectivos nombres la palabra Don). Afirma considerarlos personas con una sólida educación capaces de impartir todas las materias, aunque siempre especializados en una. Cada año contaba con un único profesor encargado de enseñar desde matemáticas hasta historia y geografía. La variedad de libros existente actualmente era algo impensable. Contaban sólo con uno (se refiere a él como una especie de enciclopedia) en el que encontraban la teoría correspondiente a todos los conocimientos que adquirirían en un determinado curso.
El sentido en el que transcurría la toma de contacto con cada uno de los temas era la opuesta a la actual: ellos se estudiaban primero las lecciones y el maestro, posteriormente, hacía las preguntas que consideraba oportunas (existían, igualmente, los exámenes escritos).
Nunca se sintió “maltratado” por la figura del profesor. Sin embargo, como anécdota, cuenta que cuando, por una determinada causa, éste tenía que salir de clase y se formaba un gran alboroto, a su regreso, a todo aquel que viera alterando el silencio que reinaba en su presencia, le obligaba a escribir determinadas páginas de “El Quijote” diez veces.
Al final de cada curso recibían un boletín con sus respectivas calificaciones, así como un diploma que ellos mismos confeccionaban con sus plumas y haciendo uso de los cursos de caligrafía que les habían impartido. “Entonces no existían las imprentas que hay ahora. Era todo manual, artesano”- afirmaba.
La religiosidad del colegio se ponía de manifiesto en cuanto comenzaba el día escolar, momento en el que se veían obligados a cantar “cara al sol” con el brazo alzado. A los 11 años llevó a cabo un curso de teología (influencia por su profesor de último año que coincidencia, o no, estaba sumido en el mundo eclesiástico) aunque lo abandonó al año siguiente ( “ En ese preciso instante comencé a bendecir a la ciencia”-dijo ).
Afirma sentirse muy orgulloso de los estudios que ha recibido ya que, gracias a ellos, pudo convertirse en agente comercial con la capacidad de expresarse y relacionarse con personas de diferentes culturas, creencias y opiniones; pero, al fin y al cabo, personas.

Realizado por :  Julia Mª Álvarez Villanueva
Grupo D.

No hay comentarios:

Publicar un comentario